Día 9: Aflicción y tristeza que sentí por la orden de César Augusto que me obligó a emprender el camino a Belén

Día 9: Aflicción y tristeza que sentí por la orden de César Augusto que me obligó a emprender el camino a Belén

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oh queridísimo San José, me consagro en tu honor, y me doy enteramente a ti, para que tú siempre seas mi padre, mi protector y mi guía en el camino a la salvación. Obtén para mí una gran pureza de corazón y un amor ferviente a la vida interior. Siguiendo tu ejemplo, que todos mis actos sean para la gloria más grande de Dios, en unión con el divino corazón de Jesús y el corazón inmaculado de María.

Oh bendito San José, ora por mí, para que pueda compartir en la paz y alegría de tu santa muerte. Amén.

Meditación del día, San José te habla:

Hijo, si vives con radicalidad esta consagración, perfeccionaré tu vida interior y te llevaré a recorrer las sendas de la virtud y de la santidad; recibirás las gracias de renunciar a las cosas del mundo y huir del pecado; te considerarás débil y necesitado de la misericordia; brotada del corazón de mi Hijo Jesús; aprenderás a descubrir los grandes misterios que te acercarán, cada vez más, a Dios. Trabajaré en ti hasta dejar tu alma sin perforaciones o grietas que se roben las gracias celestiales que el Señor suele conceder a los corazones limpios.

Cuidaba y protegía a mi virginal esposa. Ella era todo en mi vida, después de Dios, ella era mi guía en los caminos difíciles; de su Inmaculado Corazón brotaban torrentes de amor. Ella era el cristal más puro y el rubí más precioso. Ella era la soberana Emperatriz de los ángeles y de los hombres; en su vientre virginal florecía un lirio purísimo y perfumado que atraería la mirada de toda la humanidad.

Hoy quiero llevarte a meditar en la aflicción y tristeza que sentí, por la orden de César Augusto, que me obligó a emprender el camino a Belén; porque debíamos empadronarnos en nuestro lugar de origen. Entré en un profundo dilema de tener que ausentarme de mi esposa, cuando estaba próximo el alumbramiento del Hijo de Dios. Ante esta situación, oramos y nos abandonamos a los designios divinos. Emprendimos el viaje y, a pesar de las luchas y dificultades, sentíamos alegría, paz de obrar según el santo querer de Dios.

Hoy te invito a caminar por el sendero que Jesús te tiene señalado; no andes en contravía a su santa voluntad, cumple a cabalidad su Evangelio y sé un buen cristiano que predica con su testimonio de vida. Te llamo al cumplimiento de las leyes civiles y religiosas; toma conciencia que sólo en Dios y viviendo para Dios, serás feliz.

Propósito del día:

De manera honesta y en oración, confronta y deja al descubierto todos los pensamientos y acciones inmorales que albergas o en las que participas en la actualidad, aunque parezcan inofensivas, insignificantes o habituales. Decide llevarlas al sacramento de la Reconciliación.

Tomo un minuto para meditar todas estas cosas en mi corazón (Lucas, 2:19)

Oración final diaria:

¡Oh celestial José! Por el corazón de Jesús y el de María, por tu mismo corazón, te ruego que tomes un especial cuidado por la santificación de mi alma. Te pido que Tú mismo seas mi director, mi guía, mi padre y modelo en la vida espiritual, en el camino de la perfección, para que imitando tus virtudes obtengas mi felicidad eterna. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo

Amén

Canción para acompañar tu día

San José, silencios escrita por Monseñor Eusebio Elizondo, Misionero del Espíritu Santo (MSpS)

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