Día 30: Preciosa y felicísima muerte, consolado y recreado con la presencia de Jesús y de María

Día 30: Preciosa y felicísima muerte, consolado y recreado con la presencia de Jesús y de María

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oh queridísimo San José, me consagro en tu honor, y me doy enteramente a ti, para que tú siempre seas mi padre, mi protector y mi guía en el camino a la salvación. Obtén para mí una gran pureza de corazón y un amor ferviente a la vida interior. Siguiendo tu ejemplo, que todos mis actos sean para la gloria más grande de Dios, en unión con el divino corazón de Jesús y el corazón inmaculado de María.

Oh bendito San José, ora por mí, para que pueda compartir en la paz y alegría de tu santa muerte. Amén.

Meditación del día, San José te habla:

Hijo, hoy quiero felicitarte porque has sido fiel durante ya 30 días, en que te preparas para consagrarte al humilde carpintero de Nazaret; no podías dar este paso sin conocer un poco más de mí, no puedes enamorarte de lo que no conoces. Debes estar seguro de lo que piensas hacer, no puedes tomar decisiones a la ligera porque una consagración trae sus compromisos. Espero que estos 33 días de nuestro encuentro, marquen tu vida espiritual y te decidas a promover este tesoro de la que hará mucho bien a las almas y destruirá las fuerzas del mal. 

Un gran devoto de San José ama con predilección a Jesús y a la Virgen María, su vida la desgasta en unción de ellos, ama y repara sus Sagrados Corazones, evita pecar para no apartarse de su adorable compañía, se propone imitar las virtudes de estos dos amantísimos Corazones. Un gran devoto de San José nutre su alma con la oración asidua, permanece en vela como las vírgenes prudentes; porque no sabe a qué horas puede ser invitado a las bodas del Cordero; su corazón siempre está dispuesto a la divina voluntad, su pensamiento está fijo sólo en las cosas del cielo. Un gran devoto de San José es muy cuidadoso en su proceder, lleva una vida recta; sus principios morales, religiosos los lleva arraigados en su corazón; su máxima aspiración es alcanzar su salvación. 

Hoy quiero hablarte de mi preciosa y felicísima muerte, en la presencia de Jesús y de María. Ellos eran aliento para este importante acontecimiento en mi vida, ellos eran la única razón de mi existir, me sentí abrasado en las llamas de amor de sus Sagrados Corazones. La tierna mirada de Jesús penetraba en mi alma e inundaba mi Corazón de paz, el suave perfume de María me extasiaba de amor. Qué gran privilegio el mío: partir para la patria celestial en brazos de Jesús y de María; no temas a este gran acontecimiento, nunca te dejes seducir por el demonio, el mundo y la carne.

Mantente unido a Jesús y a María, conságrate a sus Sagrados Corazones y demuéstrales que verdaderamente los amas, cumpliendo a cabalidad con las leyes de Dios y con las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia. La muerte es un eterno vivir en la presencia del Padre Celestial, de Jesús y de María.

Propósito del día:

Ora a San José y a la Virgen María para que intercedan por las almas del purgatorio, especialmente por las más necesitadas de la Misericordia de Dios Padre y de tus familiares y amigos difuntos.

Tomo un minuto para meditar todas estas cosas en mi corazón (Lucas, 2:19)

Oración final diaria:

¡Oh celestial José! Por el corazón de Jesús y el de María, por tu mismo corazón, te ruego que tomes un especial cuidado por la santificación de mi alma. Te pido que Tú mismo seas mi director, mi guía, mi padre y modelo en la vida espiritual, en el camino de la perfección, para que imitando tus virtudes obtengas mi felicidad eterna. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo

Amén

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