Día 29: Dolores y enfermedades que padecí en los últimos años de mi vida

Día 29: Dolores y enfermedades que padecí en los últimos años de mi vida

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oh queridísimo San José, me consagro en tu honor, y me doy enteramente a ti, para que tú siempre seas mi padre, mi protector y mi guía en el camino a la salvación. Obtén para mí una gran pureza de corazón y un amor ferviente a la vida interior. Siguiendo tu ejemplo, que todos mis actos sean para la gloria más grande de Dios, en unión con el divino corazón de Jesús y el corazón inmaculado de María.

Oh bendito San José, ora por mí, para que pueda compartir en la paz y alegría de tu santa muerte. Amén.

Meditación del día, San José te habla:

Hijo, mantén tu corazón dispuesto a mis consejos, temo que algún día te dejes vencer por la tentación y caigas en el pecado. Cuando te sientas asediado por el demonio, llámame que de inmediato llegaré a ti para defenderte; porque no quiero que tu alma se pierda. 

Te aconsejo que saques el máximo provecho de cada uno de nuestros encuentros; recuerda siempre, que mi carpintería ha de ser para ti escuela del saber, porque, busco adoctrinarte en la fe, encaminarte por la senda del bien, desaferrarte de las cosas del mundo y hacerte cada día más espiritual; no pierdas el impulso que tienes de llegar a la meta, aprende a superar obstáculos, sé fuerte en las vicisitudes y confía plenamente en el poder de Dios; la tormenta algún día pasará, de nuevo el sol brillará para ti y el viento soplará suavemente, la paz volverá a tu corazón y sentirás muy cerca de ti a Jesús; podrás aspirar su perfume sobrenatural, te eclipsarás de amor ante su hermosura.

Durante los últimos años de mi vida, padecí algunos dolores y enfermedades; estos sufrimientos los ofrecía, por la salvación de las almas y la conversión de los pecadores; en ningún momento me desesperé, todo esto lo acepté como una prueba fidedigna del amor que tenía por Jesús y por la Santísima Virgen María. Como mi gran devoto, te llamo a aceptar la cruz de la enfermedad con paz y resignación, a unir tus padecimientos a la Pasión de Cristo; porque el sufrimiento trae un tesoro escondido de gracia y de misericordia divina; es un medio para purificar tu alma y la oportunidad para que te acerques más a Jesús y experimentes su amor; es la llave de oro que te abre las puertas del cielo.

Ten cuidado de no cuestionar la voluntad de Dios, aférrate a Él cuando te sientas probado; invócame que, como esperanza de los enfermos, te animaré a caminar por la calle de la amargura y a permanecer a los pies del Crucificado: amando, adorando y reparando su Divino Corazón.

Propósito del día:

Haz una llamada a algún familiar o amigo enfermo, escúchale y hazle sentir que estás con él o ella.

Tomo un minuto para meditar todas estas cosas en mi corazón (Lucas, 2:19)

Oración final diaria:

¡Oh celestial José! Por el corazón de Jesús y el de María, por tu mismo corazón, te ruego que tomes un especial cuidado por la santificación de mi alma. Te pido que Tú mismo seas mi director, mi guía, mi padre y modelo en la vida espiritual, en el camino de la perfección, para que imitando tus virtudes obtengas mi felicidad eterna. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo

Amén

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