Día 14 – Circuncisión de Jesús

33 DÍAS DE CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ

DÍA 14 – CIRCUNCISIÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

Señor, Dios Padre Todopoderoso, ten piedad de nosotros.

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Espíritu Santo, Fuente de luz. Ilumínanos.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran señora.

San José, ruega por nosotros.

CITA

¡Qué tristeza y qué pena para José ver al tiernecito Niño derramando ya sangre en la circuncisión! Mas que gozo y que contento al oír de la boca del ángel que se llamará Jesús y salvará a su pueblo.

REFLEXIÓN

José, el varón justo, se aseguró de que su familia cumpliera con todas las prescripciones sociales y religiosas de su ambiente, siempre con humildad y obediencia, sujeto a la voluntad de Dios.

Así que como estaba escrito en la Ley, a los 8 días del nacimiento de un varón, el primer deber de su padre era llevarlo al templo a circuncidar. De esa manera, quedaría formalizada la relación filial de Jesús y José, en un rito que adjudicaba derechos y obligaciones.

Una de las responsabilidades del padre era nombrar al niño. Al hacerlo, José cumplió con dos objetivos: ejercer la paternidad legal sobre Jesús y cumplir con la misión que le había comunicado el ángel del Señor, “le pondrás por nombre Jesús” (Mt 1,21).

José no necesitaba de ritos para amar a Jesús con todo su corazón, pero humanamente debe haberle causado una gran alegría ser legítimamente reconocido por todos como su papá.

PROPÓSITO O TAREA

Elige a tres personas cercanas y pide por ellas, pensando cómo al decir su nombre, en cierto sentido encierras el misterio de amor por ellos cuando se bautizaron. Reza por ellas para que lleguen al cielo.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,
tú empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,
tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti.
Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Se dirigen a ti porque saben que tú los comprendes y proteges.
Tú también conociste pruebas, cansancio y trabajos.
Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida,
tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría
por el íntimo trato que goza con el Hijo de Dios,
el cual te fue confiado a ti a la vez que a María, su tierna Madre.
Amén.

(San Juan XXIII)

Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

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