Día 10: Sufrimientos y molestias que padecí durante el viaje, siendo despedido de las posadas

Día 10: Sufrimientos y molestias que padecí durante el viaje, siendo despedido de las posadas

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oh queridísimo San José, me consagro en tu honor, y me doy enteramente a ti, para que tú siempre seas mi padre, mi protector y mi guía en el camino a la salvación. Obtén para mí una gran pureza de corazón y un amor ferviente a la vida interior. Siguiendo tu ejemplo, que todos mis actos sean para la gloria más grande de Dios, en unión con el divino corazón de Jesús y el corazón inmaculado de María.

Oh bendito San José, ora por mí, para que pueda compartir en la paz y alegría de tu santa muerte. Amén.

Meditación del día, San José te habla:

Hijo, déjame transformar tu vida a través de esta consagración; déjame dejar en ti un bello recuerdo que nada ni nadie lo borre de tu mente o de tu corazón. Pon una pequeña dosis de tu esfuerzo personal y ven a mi carpintería durante estos 33 días, para yo trabajar en ti y pulirte en virtud, acrecentar tu devoción por la Santísima Virgen María. Porque ella es la que reparte los tesoros de Dios a manos llenas. Ella es Madre misericordiosa que se compadece de las debilidades de sus hijos y jamás rechaza a ningún pecador que le pide su ayuda. Ella es la paloma de la paz, que trae al Príncipe de la paz. Ella es la celestial Señora, que consigue todos los auxilios de Dios.

Tristeza y aflicción experimenté durante el viaje a Belén; pero también la confianza que me infundía mi virginal esposa, me llevaba a sentir alegría y una excesiva confianza en el plan que Dios había trazado en nuestras vidas. Llegamos a Belén, en altas horas de la noche; busqué posada para la Reina de los cielos y tierra, pero fue infructuoso mi esfuerzo: los hombres cerraron la puerta a la Hija predilecta del Padre Eterno. Este rechazo inundó mi corazón de amargura, no pude contener el llanto. Pero la Virgen María me consolaba, me llamaba a aceptar este acontecimiento como un acto permitido por Dios, a no desesperarme. Después de tanto buscar un lugar digno para descansar de nuestro fatigoso viaje, decidimos salir a las afueras del pueblo, y allí encontramos un establo desocupado para pasar la noche.

Hoy quiero enseñarte a que permanezcas gozoso en medio de la cruz y las dificultades, a que confíes en el Señor y te acojas a sus promesas; Él cuidará de ti como a la niña de sus ojos, te prestará su Sagrado Corazón como refugio y hospedería de todas las almas.

Propósito del día:

¿Hay situaciones en mi vida en este momento que requieran de gran sabiduría y prudencia para saber qué es lo correcto? Si es así, identifícalas y decide buscar la sabiduría de Dios por medio del consejo y de la oración para prepararte a actuar con prudencia.

Tomo un minuto para meditar todas estas cosas en mi corazón (Lucas, 2:19)

Oración final diaria:

¡Oh celestial José! Por el corazón de Jesús y el de María, por tu mismo corazón, te ruego que tomes un especial cuidado por la santificación de mi alma. Te pido que Tú mismo seas mi director, mi guía, mi padre y modelo en la vida espiritual, en el camino de la perfección, para que imitando tus virtudes obtengas mi felicidad eterna. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo

Amén

Canción para acompañar tu día

Canto a San José del Ministerio de música Cristo Rey – Oblatos de San José

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