Consagración a la Divina Misericordia: Día 25

DÍA 25
EL PERDÓN
Llamados a ser instrumentos del perdón

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Hacemos un breve silencio para ponernos en la presencia de Dios e implorar la asistencia y luz del Espíritu Santo.

ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA

“Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la Misericordia misma; en Ti pongo toda mi esperanza.”

CITA

“Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también, Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.”
Papa Francisco. Misericordiae Vultus

REFLEXIÓN

No encendemos una vela para ponerla debajo de la mesa. Una vez que hemos experimentado el amor y la misericordia infinita de Dios, estamos llamados a compartir este tesoro tan grande con nuestros hermanos.

Si Dios ha sido generoso con nosotros, compartamos lo que nos ha dado con los que menos tienen; si Él ha perdonado nuestros pecados, perdonemos a los que nos han hecho mal; si nos ha acompañado y consolado en nuestro dolor, acerquémonos al que sufre; si en su bondad nos ha permitido tener esperanza, compartamos esa semilla con el que ya no cree. 

Padre bueno, ayúdame a ser testigo vivo tuyo. No dejes que me quede con la perla de tu amor sólo para mí. No hay mayor tesoro que pueda compartir con quienes más quiero, que el de la fe en ese amor infinito que Tú nos tienes, y en la fuente inagotable de tu misericordia.

No permitas que el mundo, el respeto humano o la pereza me impidan llevar tu mensaje de salvación a todos aquellos que encuentre en mi camino. 

PROPÓSITO

Buscaré la manera de realizar en este día una obra de misericordia corporal y una espiritual.

CORPORALES ESPIRITUALES
Dar de comer al hambriento Enseñar al que no sabe
Dar de beber al sediento Dar buen consejo al que lo necesita
Dar posada al necesitado Corregir al que se equivoca
Vestir al desnudo Perdonar las ofensas
Visitar al enfermo Consolar al triste
Socorrer a los presos Sufrir con paciencia los defectos de los demás
Enterrar a los muertos Rogar a Dios por vivos y muertos

ORACIÓN FINAL

Tú me abres Señor una puerta
y llenas de luz mi esperanza gastada.
Tú me cargas en tus hombros
y sostienes mi fe cansada.

Me recuerdas con ternura mis miserias
con tu mano tendida que acaricia.
Y repites a mi alma:
“Dame lo mío y toma lo tuyo.”

¿Qué es lo tuyo Señor?
¿Por qué tengo miedo de este intercambio?

Tú has venido a cargar mis miserias y sólo me pides que abra mi puerta.

Entras contento como un buen ladrón
me robas los miedos, rencores y dudas
y con tu huella profunda
me marcas dejando una estela de paz infinita.

Tu misericordia me levanta.
Tu misericordia me limpia.
Tu misericordia me alegra.
Tu misericordia me da vida.

¡Ven Señor Jesús!
Rompe las ataduras del pecado.
Venda mis heridas más profundas.
Carga mi cuerpo tan cansado.
Sana mi alma lastimada.

Y que restaurado por tu Amor
vaya y haga yo lo mismo con mi hermano.
Aquél que más me necesita.
Aquél que más me ha herido.
Aquél que es más temido.

Porque es deber de gratitud
crear una cadena de misericordia
tan fuerte como el Amor que Tú nos tienes
tan grande como tu paciencia
tan brillante como tu ternura.

Déjame entrar en tu Corazón
¡ábreme tu puerta!
Para que entrando descubra a todos mis hermanos
que lo son por el gran amor con que Tú nos has perdonado.

 

Del libro: Jesús a mi alma
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

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