CAMINO DE CUARESMA – DÍA 17 –  II VIERNES DE CUARESMA

CAMINO DE CUARESMA: 40 DÍAS JUNTO A JESÚS

DÍA 17 –  II VIERNES DE CUARESMA
HUMILDAD EN EL CORAZÓN LIMPIO

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Breve silencio para ponernos en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.

ORACIÓN INICIAL

Jesús, quiero cruzar junto a ti el desierto de la humildad. Quiero salir más desprendido para poderte buscar con un corazón más libre. Ayúdame a que mi encuentro contigo en este desierto me haga más semejante a ti. Quiero ser dichoso por contarme entre tus elegidos.

CITA

Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. (Mt 5, 8)

REFLEXIÓN

Dios nos promete que un día lo veremos. Nos ha creado por amor, desde su corazón, y lo lógico es que queramos volver a Él, a su presencia. El anhelo de ver el rostro de Dios está plantado en lo más profundo del corazón del hombre y a ese deseo, debe acompañarlo también la esperanza, más bien la certeza de vivir bajo la mirada de Dios. Yo sé que no puedo ver a Dios en esta vida, pero no debo dudar nunca que Él me mira siempre, con infinito amor y ternura.

Ya desde el Antiguo Testamento queda constancia de cómo el pueblo elegido buscaba al Señor y quería ver su rostro. De alguna manera, Dios se fue revelando, y especialmente a través de los salmos y los profetas deja ver que para hacer una experiencia profunda de Él mismo, es necesaria la fe, la rectitud y la pureza de corazón. La actitud de caminar por el sendero recto, el buscar la santidad, el amor al prójimo… no son intenciones que se escogen una vez y ya.

Este es un esfuerzo de conversión constante, de docilidad a la voluntad de Dios en nuestra vida, de abandono confiado a su misericordia.

Nuestro corazón está inquieto, busca llenarse, llegar a la plenitud pero nuestra experiencia nos dice que no lo logra, que siempre falta algo. Un corazón puro es aquél que se ha vaciado de sí mismo y se ha dejado llena por el Amor de Dios. Es un corazón que se hace niño, que espera y confía de modo ilimitado. Que busca responder y abrazar el reto más grande: amar como Dios ama.

Danos Señor un corazón puro para poderte ver cara a cara. Busco tu rostro Señor, porque sé que buscando te encontraré y encontrándote te amaré.

ORACIÓN

UNA MIRADA

Una mirada te da la vida
La del Padre que está en los cielos

Una mirada te sostiene
La del Hijo que te levanta con ternura

Una mirada te conduce
La del Espíritu que sopla vida cada día

Tu mirada tiene que ser purificada
Quitando la imperfección del egoísmo
Suavizando el fuego del deseo
Destruyendo el miedo del mañana

Una mirada que honda se clava en lo íntimo
Se esconde en el sueño del amado
Despierta noches de esperanza
Cuenta estrellas con la mano entrelazada

Una mirada que escucha en el silencio
la música del enamorado
la brisa del viento a su lado
El tiempo del amor ya sellado

Una mirada da vida
Una mirada clava dardos
Una mirada purifica miedos
Una mirada canta sueños
Una mirada habla libros
Una mirada te mira y te dice: camina amada mía

Del libro Jesús a mi alma. P. Guillermo Serra L. C.

PROPÓSITO

En oración, hacer un examen de mis tres miradas: a Dios, a los demás y a mí mismo y elegir un tipo de purificación que tengo que hacer en estas tres miradas.

Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

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