SEGUNDO DOMINGO DE SAN JOSÉ
El dolor: al ver nacer el niño Jesús en la pobreza.
La alegría: al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche.
Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Ofrecimiento:
Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este Ejercicio que voy a rezar en memoria de vuestros siete dolores y gozos. Y así como en vuestra feliz muerte, Jesucristo y su madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente, así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo, Amén.
¡Oh dichosísimo Patriarca, glorioso San José, que has sido elevado de padre nutricio del Verbo hecho hombre! El dolor que sentiste al ver nacer al Niño Jesús en tanta pobreza, se te trocó bien pronto en un gozo celestial cuando oíste los armoniosos conciertos de aquella memorable y resplandeciente noche.
Te suplicamos, por este dolor y este gozo, que nos alcances, al terminar esta vida, la gracia de ser admitidos a oír los santos cánticos de los ángeles, y gozar del resplandor de la gloria celestial.
Padrenuestro, Ave María y Gloria
Oración final para todos los días:
Acordaos: Oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío San José, que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente. Amén.
Oh Dios, que por providencia inefable os dignasteis escoger al bienaventurado José para esposo de vuestra Santísima Madre: os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por intercesor en los cielos. Amén.
Por las intenciones del Santo Padre
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.