San Agustín de Hipona, El Buscador de la Verdad – Libro
San Agustín fue un incansable buscador de la verdad. Sentía en su corazón un hambre inmensa de ella y de la felicidad. Y buscaba la verdad en los filósofos de su tiempo y buscaba la felicidad en los placeres de la vida, especialmente en el amor carnal. Y no se sentía satisfecho. En su corazón había un vacío profundo que no le dejaba descansar en paz. Él no era de los hombres que se contentan con poco. Buscaba la plenitud, buscaba a Dios sin saberlo y, sólo cuando lo encontró, pudo por fin respirar y decir en las Confesiones: Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está insatisfecho hasta que descanse en Ti (Conf. 1, 1).
Él es un buen ejemplo para tantos hombres de nuestro tiempo que buscan también sinceramente la verdad, pero por caminos equivocados. Al igual que Agustín, quizás desprecian a la Iglesia católica o las santas Escrituras, pero fue por este camino por donde san Agustín llegó a encontrar a Dios y la verdad que tanto anhelaba.
Toda la vida de Agustín fue una continua búsqueda. Ni siquiera cuando encontró a Dios en la fe católica, se quedó estancado. Fue un caminante empedernido, siempre quería profundizar más en su fe y compartirla con los demás. Sentía verdadero celo apostólico para convertir a aquellos que estaban extraviados por los caminos del error como los pelagianos, donatistas, maniqueos, arrianos y paganos.
Agustín fue un peregrino por la vida, siempre en camino, que ha dejado a las generaciones futuras la gran noticia de que se puede llegar a conocer la verdad, pues ésta no es una meta imposible; y de que Dios es un Padre, que siempre nos espera y se hace el encontradizo donde menos lo esperamos. Pero sólo lo hallaremos por el camino de la humildad.
A tantos hombres que se quedan estancados o desanimados en el camino, les dice: Somos caminantes, camina siempre, avanza siempre. Si dices basta, estás perdido. Canta y camina. No te extravíes, no vuelvas atrás, no te detengas.
San Agustín es un hombre siempre actual, el hombre de corazón inquieto y de corazón de fuego, dotado de gran simpatía personal e intenso calor humano. Por eso, decía: Hombre soy y entre los hombres vivo. Mi corazón es un corazón humano. Me gusta reír y disfrutar de la risa.
Se ha dicho de él que es el padre espiritual de occidente por la influencia universal de sus escritos en la espiritualidad cristiana de Europa. Si conoces a san Agustín, él te guiará a encontrar a ese Dios amoroso que te sigue esperando en el camino de tu vida.