Requisitos para una buena Confesión
Para confesarse bien se necesita:
- Hacer un Examen de Conciencia
- Arrepentimiento – dolor por los pecados cometidos
- Propósito de Enmienda – propósito de no volver a pecar
- Confesar los pecados a un sacerdote
- Cumplir la penitencia impuesta por el sacerdote
Pero, ¿cómo se hace eso?
EXAMEN DE CONCIENCIA:
El examen de conciencia es examinar nuestra vida; hacer un recuento de los pecados que hemos cometidos desde nuestra última confesión. Para esto, necesitamos la asistencia del Espíritu Santo que nos ilumine y nos muestre nuestros pecados, todas las veces que hemos ofendido y traicionado a Dios. Si no recordamos cuándo fue la última confesión, entonces hagamos una confesión general de todos nuestros pecados.
Es una buena práctica tener a la mano un folleto de un Examen de Conciencia, repasar los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia y anotar los pecados. Recordemos que al confesor no podemos omitir ningún pecado mortal que recordemos, por más vergüenza que sintamos; al hacerlo, estaríamos cometiendo otro pecado mayor.
ARREPENTIMIENTO:
Es sentir sincero dolor de haber ofendido a Dios; y detestar el pecado. El arrepentimiento o contrición es el dolor interior del corazón y del alma, es la necesidad de confesar nuestro pecado, de enmendar nuestra vida, de evitar volver a caer en el pecado deseando nunca más volver a ofender a Dios. La contrición nos hace detestar el pecado y amar la gracia.
No es un sentirse mal por pecar, es tener el corazón roto por hacer llorar a Dios con nuestros pecados.
La contrición con dolor profundo del alma consigue no solo nuestro perdón, sino también la gracia que necesitamos para no volver a pecar.
Debemos acercarnos al confesionario con la idea de que esta va a ser nuestra última confesión, en ella debemos traer todas las culpas que aun estemos sintiendo en el alma. En esta confesión debemos admitir que hemos ofendido a Dios infinitamente.
Cuando sentimos dolor por hacer ofendido a Dios, estamos hablando de una Contrición perfecta. Sin embargo, cuando nuestro arrepentimiento se fundamente solamente en el temor de perder el Cielo, estamos ante una Atrición.
Para alcanzar el arrepentimiento hay que pedírselo a Dios. Sin arrepentimiento la confesión no es válida. Dios no puede perdonar a una persona no está verdaderamente arrepentida.
El arrepentimiento tiene que incluir:
PROPÓSITO DE ENMIENDA:
Es una firme resolución de nunca más ofender a Dios. Y hay que hacerlo antes de confesarse. “no quiero pecar más, con la ayuda de Dios”.
Es el firme propósito de enmendar nuestra vida y evitar las ocasiones próximas de pecado – o sea, las situaciones, personas, lugares y cosas que nos conducen a pecar. Quién, pudiendo, no quiere dejar una ocasión próxima de pecado grave, no puede recibir la absolución. Y si la recibe, esta absolución es inválida.
CONFESAR LOS PECADOS AL SACERDOTE:
Esta confesión de pecados debe ser:
- Sincera: Es decir, sin querer engañar al Sacerdote, pues a Dios es imposible engañarlo.
- Completa: Es decir, sin callarse ningún pecado.
- Humilde: Es decir, sin altanería ni arrogancia.
- Prudente: Es decir, que debemos usar palabras adecuadas y correctas, y sin nombrar personas ni descubrir pecados ajenos.
- Breve: Es decir, sin explicaciones innecesarias, y sin mezclarle otros asuntos. No hay que hacer historias, este no es el momento para recibir dirección espiritual; para eso se saca una cita con el sacerdote. Omitir voluntariamente la confesión de pecados graves o circunstancias que los agraven hace que la confesión sea inválida y sacrílega.
¿Qué sucede cuando uno olvida algún pecado grave en la confesión, sin querer?
Se obtiene el perdón de los pecados y puede comulgar, pero en la próxima confesión debe confesarse ese pecado que olvidó sin querer.
Una norma muy útil: cuando uno termina de decirle al sacerdote los pecados conviene añadir: “Pido perdón también de todos los pecados que se me hayan olvidado”. Así queda el alma mucho más tranquila, pero debe ser de aquellos que verdaderamente se hayan olvidado, y no los que a propósito haya ocultado.
Para terminar, hay que:
CUMPLIR LA PENITENCIA IMPUESTA:
La penitencia o satisfacción es aquello que nos señala el confesor para reparar el daño del pecado que ha sido perdonado. Es aquello que nos dice el sacerdote que debemos hacer antes de darnos la absolución. Debe corresponder todo lo posible a la gravedad y a la naturaleza de los pecados cometidos. Puede consistir en rezar alguna oración, en hacer una ofrenda, obras de misericordia, servicios al prójimo, privaciones voluntarias, sacrificios, y sobre todo, la aceptación paciente de la cruz que debemos llevar. Usualmente, en este momento el sacerdote pide que recemos o digamos el Acto de Contrición.
Los efectos del Sacramento de la Confesión son: la reconciliación con Dios y con la Iglesia, la recuperación de la gracia santificante, el aumento de las fuerzas espirituales para caminar hacia la perfección, la paz y la serenidad de la conciencia.
Recordemos siempre dar gracias a Dios por la bendición tan grande de habernos confesado, por su perdón y misericordia. Oremos por el sacerdote que nos confesó y pidámosle al Espíritu Santo la gracia de mantenernos firmes en la Gracia de Dios y no volver a pecar.