¿Quieres ir al Cielo?
Te has preguntado alguna vez ¿cómo podremos ir al Cielo? ¿Qué debemos hacer para llegar al Cielo? O por lo menos, ¿cuáles herramientas tenemos para logarlo?
Indudablemente este tema puede ocupar miles de volúmenes de libros. Muy probablemente una buena cantidad de Santos, Papas, Teólogos y cientos de escritores han desarrollado este tema por años. Por lo tanto, deben haber muchas posibles recomendaciones sobre qué cosas podemos hacer o dejar de hacer para llegar a ser santos, para caminar hacia la santidad.
Sin embargo, en este momento podríamos enfocarnos en una de ellas, que afortunadamente está al alcance de todos y lamentablemente mucha gente desconoce.
Las Indulgencias
¿Qué sucede cuando cometemos un pecado y a través del sacramento de la Confesión o Reconciliación Dios nos perdona? ¿Quedamos verdaderamente listos para irnos directamente al Cielo? O por el contrario, ¿debemos purgar alguna pena aquí en la tierra mientras estemos vivos, o en el Purgatorio, luego de nuestra muerte? ¿Qué es lo que realmente ocurre?
Pues bien, cuando cometemos un pecado, perdemos la gracia santificante y nos alejamos de Dios. Sin embargo, si nos arrepentimos de verdad y si acudimos al sacramento de la Confesión, tenemos la certeza absoluta de que Dios nos abre sus brazos, nos perdona, nos sana y nos devuelve la vida. Esta es nuestra fe.
Les presento la siguiente analogía:
Imaginemos una hermosa puerta de madera. Cada vez que cometemos un pecado estamos clavando un clavo en esa puerta. Cuando confesamos nuestro pecado, Dios saca ese horrible clavo. Sin embargo, notamos que queda la huella del clavo en nuestra puerta de madera. Si hemos pecado mucho, y se nos ha perdonado mucho, nuestra puerta estará llena de agujeros.
Esa puerta de madera es nuestra alma. Los clavos son nuestros pecados. El hueco en la puerta (la evidencia de nuestro pecado ya perdonado) es la “pena temporal” en nuestra alma.
Si al morir, morimos en pecado mortal, o sea, si nuestra puerta tiene algún clavo, no podremos ir al Cielo. Pero, si nuestra puerta, aunque libre de clavos, tiene alguno que otro hueco, iremos al Purgatorio para purgar, limpiar y reparar la “pena temporal”.
Si por el contrario, nuestra puerta de madera está resplandeciente, sin clavos y sin huecos, iremos directamente al Cielo.
Durante nuestra vida tenemos la oportunidad, no solo de sacar todos los clavos por medio del sacramento de la Reconciliación; sino también, de sellar y reparar nuestros huecos con buenas obras, sacrificios y reparación. Pero, también tenemos una maravillosa herramienta que la Iglesia Católica saca del baúl de las Gracias que Jesús ha dejado; tenemos el tesoro de las Indulgencias.
Las indulgencias son cosas específicas que hacemos para reparar ese daño en nuestra alma; “para cerrar los huecos en nuestra puerta”.
Las indulgencias pueden ser plenarias o parciales, dependiendo de si la indulgencia limpia todas o parte de las “penas temporales”.
Usando la analogía anterior, la indulgencia será plenaria si sella todos los huecos de nuestra puerta de madera y será parcial si parcialmente lo hace.
Te invito a continuar leyendo las próximas publicaciones para poderte mostrar las maravillas de las indulgencias, ¿cómo las puedes obtener y cuáles están disponibles estos próximos días comenzando hoy, Jueves Santo?.
Te sorprenderás de saber que todos los días podemos obtener una Indulgencia Plenaria, ya sea para nosotros o para ofrecerla por algún alma en el Purgatorio.