Los fundamentos históricos de la HORA SANTA podemos encontrarlos en estas palabras de Jesucristo a sus discípulos predilectos Santiago y Juan:
“Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo.” …
“¿Ni siquiera habéis sido capaces de velar una hora conmigo?” …
“Velad y orad para no caer en tentación: pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil.” Mateo 26
Desea Jesús le acompañen en la oración del Huerto sus discípulos; y los fervorosos siempre se han esforzado por hacerlo.
En estos últimos siglos ha pedido el Corazón de Jesús el obsequio de esta compañía a su fidelísima confidente Santa Margarita de Alacoque. Hija mía—le dijo en cierta ocasión—, quiero que veléis durante una hora, todas las noches del jueves al viernes, y postradas en devota oración, me acompañéis en la agonía de Getsemaní, compadecerme en la amargura que experimenté por el abandono de los apóstoles —representan éstos a los cristianos— y para implorar misericordia por los pecadores.
Santa Margarita de Alacoque se desveló lo indecible por atender la tierna súplica de Jesucristo, obteniendo muy pronto la acompañasen en esa Hora Santa las religiosas de su monasterio.
Posteriormente se ha extendido tan saludable práctica por todos los países y entre toda suerte de personas piadosas, constituyendo en nuestros días uno de los ejercidos en honor de la Pasión muy difundidos y estimados.
Puede hacerse la Hora Santa en público o en privado, de las once a las doce de la noche, o a otra hora más oportuna de la tarde del jueves, meditando cualquier misterio de la Pasión, preferentemente la oración y agonía del Huerto de los Olivos. También, puede hacerse en cualquier día o momento; Jesús siempre se sentirá acompañado por el alma que acuda a este llamado y vele con Él.
Esta Hora Santa le fue inspirada por el Espíritu Santo a Santa Gema Galgani, quien la practicó hasta la última semana de su vida. Fueron innumerables y singulares los favores que recibió, en particular la participación de las llagas de la crucifixión, que le concedía el Señor desde el instante en que la comenzaba.
INDULGENCIAS
Si es posible hacer la Hora Santa durante la Adoración al Santísimo (en una Iglesia o Capilla delante de un Sagrario), el Manual de Indulgencias nos dice:
“Son dignas de especial mención las concesiones que se refieren a algunas obras, enriquecidas con Indulgencia Plenaria, con las cuales el fiel cristiano puede ganarla todos los días del año. Sólo se puede ganar una indulgencia plenaria al día para uno mismo o para un fiel difunto:
—la Adoración del Santísimo Sacramento durante al menos media hora“
Para conseguir la Indulgencia Plenaria es necesario realizar la obra indulgenciada (en este caso, la Adoración al Santísimo durante al menos media hora) y cumplir tres condiciones:
- Confesión Sacramental
- Comunión Eucarística y
- Oración según las intenciones del Sumo Pontífice (puede ser un Padrenuestro y un Avemaría).
Se requiere, además, que se excluya cualquier afecto al pecado, aunque sea venial.
La Confesión Sacramental puede hacerse varios días antes; sin embargo, es conveniente que la Comunión Eucarística y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se hagan el mismo día en que se realice la obra; o sea, la Adoración.
Si falta la plena disposición, o si no se cumple la obra prescrita y las tres condiciones antedichas, la indulgencia será parcial.