NOVENA A MARÍA, REINA DE LA PAZ: DÍA 2
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN INICIAL
Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, Padre de los pobres, Ven, dador de los dones, Ven, luz de los corazones. Consolador magnífico, dulce huésped del alma, suave alivio. Descanso en la fatiga, brisa en el ardiente estío, consuelo en el llanto. ¡Oh, luz santísima, llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles! Sin tu ayuda nada hay en el hombre, nada que sea bueno. Lava lo que está sucio, riega lo que está seco, sana lo que está enfermo. Doblega lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está desviado.
Concede a tus fieles que en Ti confían, Tus sagrados dones. Dales el premio de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales la felicidad eterna. Amén. Aleluya, Aleluya.
V. Envía Tu Espíritu Señor y será una nueva creación.
R. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos: Oh Dios, que has instruido los corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo, concédenos por este mismo Espíritu, gozar siempre de su consuelo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén
MEDITACIONES
Cuando la Virgen habló por primera vez sobre la paz, mencionó que para lograrla: «era necesario tener fe». Y la fe también ocupa un puesto relevante en la predicación de Jesús. En cierta ocasión el Señor dijo: “Tengan fe en Dios, Yo les aseguro que quien diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar y no vacila en su corazón, sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso les digo: Todo cuanto pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán” (Mc 11,22-24). La fe es la virtud teologal por medio de la cual el hombre se adhiere personalmente a Dios; y al mismo tiempo, e inseparablemente, el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. Es un don sobrenatural de Dios y un acto humano, consciente y libre, que corresponde a la dignidad de la persona humana. De la fe, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica que, “Abraham es el mejor modelo y la Virgen María su realización más perfecta”. CIC 144.
La Virgen con su presencia prolongada en Medjugorje pretende despertar la fe de los creyentes, a fin de obtener la paz y la conversión de los hombres. La Virgen ha dicho, que “para tener una fe firme es necesario dedicar tiempo a la oración y al ayuno”. Ha dicho además, que “no se debe ahondar demasiado en los problemas y en las preocupaciones, porque Dios tiene siempre su mirada en nosotros”. El mundo racionalista y materialista de hoy con sus propias capacidades y tecnologías, parece haber descuidado la fe. La Virgen ha dicho que «el mayor pecado del hombre de hoy consiste en la indiferencia a Dios».
Curiosamente, no ha dicho que es el aborto, la drogadicción, el alcoholismo, o los divorcios… “sino la indiferencia a Dios”. Y era de esperarse, porque la indiferencia a Dios, es la raíz de todos los males que afectan la humanidad. Pero hay que destacar, que el pecado de la indiferencia a Dios no es sólo de los ateos, sino también de muchos creyentes. De aquellos que no ven el sentido de acudir a Misa regularmente, ayunar, leer la Biblia, Adorar a Jesús Sacramentado, comprometerse con la Iglesia… También allí hay una marcada indiferencia a Dios, falta de fe. La Virgen entonces, viene a renovar la vida cristiana. Invita a todos a darle a Dios el primer lugar en sus vidas. De esta manera se comienza a trabajar por la paz. Ella dice:
MENSAJE DE LA VIRGEN
(25 DE AGOSTO DE 1996)
“¡Queridos hijos!:
Escuchen: yo deseo hablarles e invitarlos a que tengan más fe y más confianza en Dios que los ama sin medida. Hijos míos, ustedes no saben vivir en la gracia de Dios, y por eso los invito de nuevo a llevar la Palabra de Dios en sus corazones y en sus pensamientos. Hijos míos, pongan la Biblia en un puesto bien visible en su familia: léanla y vívanla. Instruyan a sus hijos, porque si ustedes no son ejemplo para ellos, se encaminarán hacia el ateísmo. Reflexionen y oren. De esta manera nacerá Dios en su corazón y su corazón estará lleno de alegría. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”
PRECES
María Santísima es la imagen de lo que el hombre puede llegar a ser cuando se abre a la Palabra de Dios. Por su intercesión, invocamos a Dios nuestro Padre.
- Por el pueblo santo de Dios: para que, como María, que cooperó de manera especial en la obra de la redención, sea también testigo de la fe ante el mundo. Roguemos al Señor.
- Por nuestros pastores: para que, imitando a la Virgen fiel, precedan y guíen al pueblo en la fidelidad a Cristo y lleven a los pobres la Buena Noticia de la salvación. Roguemos al Señor.
- Por todos los que se entregan al servicio de los pobres, de los enfermos y de las personas ancianas: para que, como María en su visita a Isabel, sean imagen de la solicitud de Cristo por los hermanos. Roguemos al Señor.
- Por los padres y madres de familia: para que, a ejemplo de María, que vivió la experiencia de la vida privada de Jesús en Nazaret, sepan vivir en la realidad cotidiana la luz y la fuerza de la fe. Roguemos al Señor.
- Por nosotros y por nuestra asamblea: para que, invocando a María como Reina de la Paz, recibamos de Ella la perseverancia hasta el día luminoso del encuentro con su Hijo en el Templo de la gloria. Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Oh Dios, que has hecho de la Virgen María, Esposa de tu Espíritu, la Colaboradora generosa del Redentor, concédenos también a nosotros adherirnos a Cristo, tu Palabra viviente, para cooperar en la salvación del mundo, Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN AL FINAL DE LA NOVENA DE CADA DÍA SEGÚN INDICACIÓN DE LA VIRGEN
EL MAGNÍFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí, su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.