Empuja la roca
Un hombre dormía en su cabaña, cuando de repente una luz iluminó la habitación y se le apareció Dios. El Señor le dijo:
– “Hijo mío, tengo un trabajo para ti. ¿Ves esa gran roca junto a tu cabaña?, quiero que cada día la empujes con todas tus fuerzas.”
El hombre, feliz porque el Señor le encomendaba una gran misión, hacía cada día lo que Dios le había pedido: empujaba aquella gran roca con todas sus fuerzas, día tras día…
Un día, después de varios años, el hombre regresaba cansado a su cabaña cuando encontró por el camino a Satanás:
– “¡Verdaderamente eres un tonto!”, le dijo. “Has estado empujando esa roca por mucho tiempo y no has podido moverla… vaya tarea inútil que te han encomendado.”
Pero el hombre no hizo caso y seguía perseverado, empujando obedientemente aquella gran roca cada día como el Señor le había pedido.
Nuevamente regresó Satanás a tentarle y a sembrar la duda en su corazón con pensamientos de fracaso y frustración:
– “¿Por qué sigues esforzándote todo el día en esta tarea imposible? Haz un mínimo esfuerzo, con eso será suficiente.”
El hombre luchaba contra la tentación y oró a Dios confesándole sus sentimientos:
– “Señor, por muchos años he trabajado duro en la tarea que me encomendaste. Me he esforzado para conseguir lo que me pediste, he empujado día tras día, pero aún así, no he podido mover la roca ni siquiera un milímetro. Dime, ¿en qué he fallado? ¿Por qué he fracasado en lo que me pediste?”
Pero el Señor, lleno de ternura infinita y mirándole con amor profundo, le respondió:
– “Querido hijo, cuando te pedí que me sirvieras y tú aceptaste, te dije que tu tarea era empujar la roca con todas tus fuerzas. Yo nunca te dije que esperaba que la movieras, tu tarea era empujar y eso lo has hecho a la perfección. Ahora vienes a Mí sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero, ¿en realidad fracasaste? Empujando la roca con perseverancia has aprendido a vencer la tentación del demonio que te decía que era inútil y has fortalecido tu fe. Además, Yo sabía que tus enemigos eran fuertes y vendrían contra ti, por eso quise que ejercitaras tu cuerpo y, gracias a tu perseverancia empujando la roca cada día, desarrollaste una gran fortaleza física y tus enemigos no han podido en contra tuya. Ahora eres fuerte espiritual y físicamente, has vencido al demonio y a tus enemigos de la tierra.
Piénsalo bien, ¿crees que fracasaste? Cierto que no has movido la roca, pero tu misión era sólo ser obediente y empujar para que Yo cumpla en ti mis designios. Eso lo has conseguido…
Ahora, querido hijo, Yo moveré la roca para ti.”