Diario de Santa Faustina: La Divina Misericordia en mi Alma

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Nuestro Señor Jesús, se apareció desde 1931 a 1938 a la religiosa polaca Santa Faustina Kowalska, confiándole la difusión de la devoción a Su Divina Misericordia. Estas revelaciones las escribió Santa Faustina en un diario, por indicación de su director espiritual.

El DIARIO, escrito en forma de memorias, abarca los cuatro últimos años de la vida de sor Faustina. Nos descubre el alto grado de unión de su alma con Dios, la profundidad de su vida espiritual. El Señor la colmó de gracias extraordinarias: con los dones de contemplación, de un profundo conocimiento del misterio de la Divina Misericordia, de visiones, revelaciones, estigmas ocultos y dones de profecía; le otorgó también el don de leer en el interior de las almas humanas, y, también el don poco frecuente, el de los desposorios místicos.

Algunas Palabras de Jesús a Santa Faustina:

“Secretaria de Mi más profundo misterio, has de saber que estás en confidencia exclusiva Conmigo; tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre Mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a Mí. Así pues, deseo que todos los momentos libres los dediques a escribir” (Diario, 1693).

“Mi Corazón está colmado de gran misericordia para las almas y especialmente para los pobres pecadores. Oh, si pudieran comprender que Yo soy para ellas el mejor Padre, que ellas de Mi Corazón ha brotado Sangre y Agua como de una fuente desbordante de misericordia; para ellas vivo en el tabernáculo; como Rey de Misericordia deseo colmar las almas de gracias, pero no quieren aceptarlas (…) Oh, qué grande es la indiferencia de las almas por tanta bondad, por tantas pruebas de amor (…) Tienen tiempo para todo, solamente no tienen tiempo para venir a Mí a tomar las gracias” (Diario, 367).

“Di a los pecadores que ninguno escapará de Mis manos. Si huyen de Mi Corazón misericordioso, caerán en Mis manos justas. Di a los pecadores que siempre los espero, escucho atentamente el latir de sus corazones [para saber] cuándo latirán para Mí. Escribe que les hablo a través de los remordimientos de conciencia, a través de los fracasos y los sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos, hablo con la voz de la Iglesia y, si frustran todas Mis gracias, Me molesto con ellos dejándoles a sí mismos y les doy lo que desean” (Diario, 1728).

“Me es sumamente agradable este decidido propósito tuyo de hacerte santa. Bendigo tus esfuerzos y te daré la oportunidad de santificarte. Sé atenta para que no se te escape ninguna oportunidad que Mi providencia te dará para santificarte. Si no logras aprovechar una oportunidad dada no pierdas la calma sino que humíllate profundamente ante Mí y sumérgete toda con gran confianza en Mi misericordia y así ganarás más de lo que has perdido, porque a un alma humilde se da con más generosidad, más de lo que ella misma pida…” (Diario, 1361).

“Busco y deseo tales almas como la tuya, pero son pocas; tu gran confianza en Mí Me obliga a concederte gracias continuamente” (Diario, 718).

“…Que te adornen especialmente tres virtudes: humildad, pureza de intención [y] amor” (Diario, 1779).

“Exijo de ti un sacrificio perfecto y en holocausto, el sacrificio de la voluntad; ningún otro sacrificio es comparable a éste. Yo Mismo dirijo tu vida y dispongo todo de manera que seas para Mí una ofrenda continua y hagas siempre Mi voluntad, y para completar esta ofrenda te unirás a Mí en la cruz. (…) Yo Mismo te ordenaré directamente muchas cosas y la posibilidad de la ejecución la retrasaré y la haré depender de los demás (…) hija Mía, que este sacrificio durará hasta la muerte” (Diario, 923).

“Deseo tenerte en Mis manos como un instrumento idóneo para cumplir Mis obras” (Diario, 1359).

“Por fuera tu sacrificio debe ser: escondido, silencioso, impregnado de amor, saturado de oración. Exijo de ti, hija Mía, que tu sacrificio sea puro y lleno de humildad para que pueda complacerme en él (…) Aceptarás con amor todos los sufrimientos; no te aflijas si muchas veces tu corazón siente repugnancia y aversión por este sacrificio. Todo su poder está encerrado en la voluntad, por lo tanto los sentimientos contrarios no sólo no disminuyen este sacrificio a Mis ojos, sino que lo hacen más grande” (Diario, 1767).

“…necesito sacrificios hechos de amor, porque sólo éstos tiene valor para Mí. Es grande la deuda del mundo contraída Conmigo, la pueden pagar las almas puras con sus sacrificios, practicando la misericordia espiritualmente” (Diario, 1316).

“…escríbelo para muchas de las almas, que a veces se afligen por no tener bienes materiales, para que se practique con ellos la misericordia. Sin embargo, el mayor mérito lo tiene la misericordia espiritual que no necesita ni autorización ni granero siendo accesible a cualquier alma. Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá Mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque su misericordia anticiparía Mi juicio” (Diario, 1317).

“En Mis manos, las almas elegidas son las luces que arrojo en las tinieblas del mundo y lo ilumino. Como las estrellas iluminan la noche, así las almas elegidas iluminan la tierra y cuanto más perfecta es el alma, tanta más luz irradia en su torno y llega más lejos. Puede estar oculta y desconocida aún a las personas más cercanas, no obstante su santidad se refleja en las almas en los más lejanos confines del mundo” (Diario, 1601).

“…hay almas que viven en el mundo, que Me quieren sinceramente, en sus corazones permanezco con delicia, pero son pocas. También en los conventos hay almas que llenan de alegría Mi Corazón. En ellas están grabados Mis rasgos (…). Su número es muy pequeño, ellas constituyen una defensa ante la Justicia del Padre Celestial e imploran la misericordia por el mundo. El amor y el sacrificio de estas almas sostienen la existencia del mundo” (Diario, 367).

Palabras de Santa Faustina:

“Dios nunca violenta nuestro libre albedrío. De nosotros depende si queremos recibir la gracia de Dios o no; si vamos a colaborar con ella o la malgastar” (Diario, 1107).

“… vi dos caminos; un camino ancho, cubierto de arena y flores, lleno de alegría y de música y de otras diversiones. La gente iba por este camino bailando y divirtiéndose, llegaba al final sin advertir que ya era el final. Pero al final del camino había un precipicio espantoso, es decir, el abismo infernal. Aquellas almas caían ciegamente en ese abismo; a medida que llegaban, caían. Y eran tan numerosas que fue imposible contarlas. Y vi también otro camino, o más bien un sendero, porque era estrecho y cubierto de espinas y de piedras, y las personas que por él caminaban [tenían] lágrimas en los ojos y sufrían distintos dolores. Algunas caían sobre las piedras, pero en seguida se levantaban y seguían andando. Y al final del camino había un espléndido jardín, lleno de todo tipo de felicidad y allí entraban todas aquellas almas. En seguida, desde el primer momento, olvidaban sus sufrimientos” (Diario, 153).

“…todo lo que es terrenal dura poco. Y todo lo que parece grande se esfuma como el humo, y no da libertad al alma, sino cansancio. Feliz el alma que entiende estas cosas y toca la tierra con un solo pie” (Diario, 1141).

“…si el alma ama sinceramente a Dios y está unida a Él interiormente, entonces aunque por fuera vive en condiciones difíciles, nada tiene el poder de oprimir su interior. Y entre la corrupción puede ser pura e intacta, porque el gran amor de Dios le da fuerza para luchar y Dios Mismo defiende de modo especial” (Diario, 1094).

“… el Señor me dio mucha luz para que conociera sus atributos.
El primer atributo que el Señor me dio a conocer fue su Santidad. Esta Santidad es tan grande que delante de Él tiemblan todas las Potencias y todas las Fuerzas. (…) Los espíritus puros encubren sus rostros y se sumergen en adoración permanente, y la única expresión de su adoración sin límites es Santo. (…) La Santidad de Dios es derramada sobre la Iglesia de Dios y sobre cada alma que vive en ella pero no de grado igual. Hay almas completamente divinizadas, pero hay también almas apenas vivas.
El segundo atributo que el Señor me dio a conocer, fue su Justicia. Su Justicia es tan grande y penetrante que llega hasta el fondo de la esencia de las cosas y delante de Él todo se presenta en desnuda verdad.
(…) El tercer atributo fue el Amor y la Misericordia. Y entendí que el mayor atributo es el Amor y la Misericordia. El une la criatura al Creador. El amor más grande y el abismo de la misericordia los reconozco en la Encarnación del Verbo, en Su redención, y de esto entendí que éste es el más grande atributo de Dios” (Diario, 180).

“Todo lo que es grande y bello está en Dios. (…) Oh sabios del mundo y grandes intelectos que la verdadera grandeza está en amar a Dios” (Diario, 990).

“Oh Jesús, me das a conocer y entender en qué consiste la grandeza del alma: no en grandes acciones, sino en un gran amor. Es el amor que tiene el valor y él confiere la grandeza a nuestras acciones; aunque nuestras acciones sean pequeñas y comunes de por sí, a consecuencia del amor se harán grandes y poderosas delante Dios gracias al amor” (Diario, 889).

“La verdadera grandeza del alma está en amar a Dios y en la humildad” (Diario, 427).

“Cuando el alma se hunde en el abismo de su miseria, Dios hace uso de su omnipotencia para enaltecerla. Si hay en la tierra un alma verdaderamente feliz, ésta es solamente un alma verdaderamente humilde. Al principio el amor propio sufre mucho a causa de eso, pero si el alma enfrenta valerosamente repetidos combates, Dios le concede mucha luz en la que ella ve lo miserable y engañoso que es todo” (Diario, 593).

“Sobre un alma humilde están entreabiertas las compuertas celestiales y un mar de gracias fluye sobre ella (…) A tal alma Dios no niega nada; tal alma es omnipotente, ella influye en el destino del mundo entero; a tal alma Dios la eleva hasta su trono y cuanto ella más se humilla tanto más Dios se inclina hacia ella, la persigue con Sus gracias y la acompaña en cada momento con su omnipotencia” (Diario, 1306).

“… En el corazón puro y humilde mora Dios que es la Luz Misma y todos los sufrimientos y todas las contrariedades existen para que se manifieste la santidad del alma” (Diario, 573).

“… la humildad es solamente la verdad, en una verdadera humildad no hay servilismo; aunque me considero la más pequeña (…) estoy contenta con la dignidad de ser esposa de Jesús…” (Diario, 1502).

“Oh Jesús mío, Tú sabes qué esfuerzos son necesarios para tratar sinceramente y con sencillez con aquellos de los cuales nuestra naturaleza huye, o con los que nos hicieron sufrir consciente o inconscientemente, esto es imposible humanamente. En tales momentos más que en otras ocasiones, trato de descubrir a Jesús en aquellas personas y por este Mismo Jesús hago todo para ellas. En tales acciones el amor es puro. Este ejercitarse en la caridad templa el alma y la refuerza. No espero nada de las criaturas, por lo tanto no experimento ninguna desilusión…” (Diario, 766).

“Oh Jesús, mi modelo perfectísimo, con la mirada clavada en Ti iré a través de la vida siguiendo Tus huellas, ajustando la naturaleza a la gracia según Tu santísima voluntad y la luz que ilumina Mi alma, confiando plenamente en Tu ayuda” (Diario, 1351)

“He estado en los abismos del infierno, conducida por un ángel (…) Habría muerto a la vista de aquellas terribles torturas, si no me hubiera sostenido la omnipotencia de Dios. Que el pecador sepa: con el sentido que peca, con ese será atormentado por toda la eternidad. Lo escribo por orden de Dios para que ningún alma se excuse [diciendo] que el infierno no existe o que nadie estuvo allí ni sabe cómo es (…) He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están son las que no creían que el infierno existía. (…) no pude reponerme del espanto, qué terriblemente sufren allí las almas…” (Diario, 741).

“Oh Dios mío qué lástima me dan los hombres que no creen en la vida eterna; cuánto ruego por ellos para que los envuelva el rayo de la misericordia y para que Dios los abrace a su seno paterno. Oh amor, oh rey“ (Diario, 780).

“En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas, sólo nosotros podemos ayudarlas. (…) su mayor tormento es la añoranza de Dios. Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio. Las almas llaman a María “La Estrella del Mar.” Ella les trae alivio” (Diario, 20).

“…estuve en el cielo y vi estas inconcebibles bellezas y la felicidad que nos esperan después de la muerte. Vi cómo todas las criaturas dan incesantemente rinden honor y gloria a Dios; vi lo grande que es la felicidad en Dios que se derrama sobre todas las criaturas, haciéndolas felices; y todo honor y gloria que las hizo felices vuelve a la Fuente y ellas entran en la profundidad de Dios, contemplan la vida interior de Dios, (…). Esta fuente de felicidad es invariable en su esencia, pero siempre nueva, brotando para hacer felices a todas las criaturas” (Diario, 777).

“Visiones como ésta no las tengo muchas, pero más a menudo trato con el Señor de manera más profunda. Los sentidos quedan dormidos, pero, aunque inadvertidamente, cada cosa llega a ser para mí más real y más clara que como si la viera con los ojos. El intelecto conoce más en un momento que durante largos años de profundas reflexiones y meditaciones, tanto en lo referente a la esencia de Dios, como respecto a las verdades reveladas y también al conocimiento de mi propia miseria” (Diario, 882).

“En la vida hay instantes y momentos del conocimiento interior, o sea iluminaciones divinas, cuando el alma es instruida interiormente sobre las cosas que no ha leído en ningún libro ni nadie le ha enseñado. Estos son los momentos de los conocimientos interiores que Dios Mismo concede al alma. Se trata de grandes misterios…” (Diario, 1102).

“Dios se acerca al alma de manera particular, conocida solamente por Dios y el alma. (…) es el amor que preside en esta unión y solamente el amor realiza todo. Jesús se da al alma de manera suave dulce y en Su profundidad está la serenidad. Jesús le concede muchas gracias y la hace capaz de compartir sus pensamientos eternos, y a veces le revela al alma sus designios Divinos” (Diario, 622).

“Si el Señor exige algo del alma, le da la posibilidad de realizarlo, y a través de la gracia la hace capaz de cumplir lo que exige de ella. Y por lo tanto, aunque fuera el alma más mísera, al mandato del Señor puede emprender cosas que superan su entendimiento; la señal por la cual se puede reconocer que el Señor está con esa alma, es cuando en el alma aparece la fuerza y el poder de Dios que la hace valiente y fuerte” (Diario, 1090).

“Dios se entrega al alma de manera amorosa y la atrae al abismo de su divinidad inconcebible, pero al mismo tiempo la deja aquí en la tierra solamente para que sufra y agonice de nostalgia por Él. Y este amor fuerte es tan puro que Dios Mismo tiente en él su complacencia y a sus acciones el amor propio no tiene acceso (…) a través de eso [el alma] es capaz de hacer grandes obras para Dios” (Diario, 856).

Testamento de Santa Faustina:

“Domingo in Albis [la Fiesta de la Divina Misericordia] Hoy me he ofrecido al Señor nuevamente como víctima de holocausto por los pecadores, Jesús mío, si ya está acercándose el fin de mi vida, Te suplico con la mayor humildad, acepta mi muerte en unión Contigo como un sacrificio de holocausto que hoy Te ofrezco con toda conciencia y pleno consentimiento de la voluntad, por el triple fin:
Primero: que la obra de Tu misericordia se difunda en el mundo entero y que la Fiesta de la Divina Misericordia sea solemnemente aprobada y celebrada.
Segundo: que los pecadores y especialmente las almas agonizantes recurran a Tu misericordia obteniendo los indecibles frutos de esta misericordia.
Tercero: que toda la obra de Tu misericordia sea realizada según Tus deseos y por cierta persona que dirige esta obra…” (Diario, 1680).

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