Día 28 – Consuelo de los Afligidos Ruega por nosotros

Nada le será negado (a San José), ni por Nuestra Señora ni por su glorioso Hijo.
— San Francisco de Sales

Consolar a los afligidos es una obra de misericordia. La Iglesia tiene siete Obras Espirituales y siete Obras Corporales de Misericordia. Las obras de misericordia nos ayudan a ser fieles devotos de Jesucristo mediante el servicio a los demás; nos ayudan a ser como San José.

SIETE OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA

Dar de comer al hambriento

Dar de beber al sediento

Vestir al desnudo

Dar techo a quien no lo tiene

Visitar a los presos

Confortar al enfermo

Enterrar a los difuntos

SIETE OBRAS ESPIRITUALES DE MISERICORDIA

Enseñar al que no sabe

Rezar a Dios por vivos y muertos

Corregir al que se equivoca

Dar buen consejo al que lo necesita

Consolar a los afligidos

Sufrir con paciencia los defectos del prójimo

Perdonar al que nos ofende

El título en latín Solatium Miserorum generalmente se traduce como “consolar a los afligidos,” pero también se puede interpretar como “consolar a los miserables” o “consolar a los que están en miseria.” Experimentar la miseria o sentirse miserable no es agradable; sin embargo, la realidad es que todos vamos a tener momentos miserables en la vida. Este mundo es un valle de lágrimas y todos vamos a sufrir; esto es inevitable. Sean problemas financieros, dificultades matrimoniales, luchas psicológicas, dificultades en las relaciones, la muerte de los seres queridos, o miles de otras tribulaciones, todos experimentaremos miseria en la vida. Es bueno tener a alguien a quien acudir para recibir consuelo y apoyo en esos momentos.

SAN JOSÉ TE CONSOLARÁ EN LOS TIEMPOS DIFÍCILES.

La vida está llena de muchas tristezas. Los seres queridos fallecen, los hijos a veces se rebelan, y el tiempo, irremediablemente, se llevará tu juventud haciéndote viejo e inmóvil. Sin importar lo que la vida traiga, San José siempre será tu consuelo, soporte y refugio, porque él conoce muy bien las dificultades de la vida. Él es un padre amable y amoroso que consuela a todos los que se acercan a él en tiempos de aflicción. Su paternidad es incomparable.

Encomendémonos a nuestro buen padre San José, patriarca de los afligidos, ya que él mismo atravesó tantas tribulaciones.  
— San José Marello

Un padre amoroso consuela a sus hijos, especialmente cuando atraviesan dificultades. La sabiduría y presencia de un padre dan seguridad y aliento en la vida. El saber que siempre puedes acudir a tu padre en tiempos difíciles te da la confianza de que todo saldrá bien aun cuando tu mundo parezca desmoronarse. Desafortunadamente, muchas personas jamás han experimentado este tipo de amor por parte del padre. En la actualidad mucha gente ha crecido con padres emocionalmente abusivos, distantes y menos que virtuosos. Eso ha ocasionado que las personas experimenten gran ansiedad y temores en la vida, así como una terrible sensación de inseguridad.

Dios quiere que te apoyes en la paternidad de San José quien jamás te abandonará. Sin importar cuál haya sido tu experiencia paternal, San José siempre estará allí para ti. Él es tu padre espiritual y te ama, jamás te causará daño. Daría su vida por ti un millón de veces.

Cuando la vida te decepcione, acude de inmediato a tu padre espiritual, extiende tus brazos hacia él y cuéntale tus problemas. San José es el más amoroso de los padres y siempre estará allí para ti, siempre atento, siempre comprensivo.

Si os asalta el desánimo, pensad en la fe de José; si os invade la inquietud, pensad en la esperanza de José, descendiente de Abrahán, que esperaba contra toda esperanza; si la desgana o el odio os embarga, pensad en el amor de José, que fue el primer hombre que descubrió el rostro humano de Dios en la persona del Niño, concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María. Bendigamos a Cristo por haberse hecho tan cercano a nosotros y démosle gracias por habernos dado a José como ejemplo y modelo de amor a Él.
— Papa Benedicto XVI

UNIÓN PIADOSA DE SAN JOSÉ

¿Será invocado en vano el gran santo a quien Jesús y María obedecieron, quien le dio a Jesús y a María el pan de cada día? ¡No!
— San Luis Guanella

San José nunca es invocado en vano. Jesús tuvo total confianza en el amor consolador de su padre virginal. Jesús también quiere que experimentemos las maravillas de vivir en unión con San José.

¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el cielo dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
— Mt 7,9-11

En este pasaje de la Escritura, Jesús nos enseña sobre el amor de su Padre celestial; sin embargo, esta enseñanza de Jesús también se aplica a nuestro padre espiritual, San José; él es un ícono del Padre celestial. Podemos confiar plenamente en el inquebrantable amor de San José.

La vida y obra de San Luis Guanella nos ofrece un ejemplo de confianza plena en San José. Nacido y criado en Italia, San Luis pasó todo su sacerdocio haciendo obras de misericordia corporales y espirituales hacia los demás. Cuidó a los huérfanos, atendió a personas con discapacidades mentales y físicas, ayudó a los adultos mayores abandonados, vistió a los indigentes, y alimentó a los pobres. Entusiasta por ayudar a todos los necesitados, fundó dos congregaciones religiosas para continuar desarrollando obras de misericordia: la Congregación de Hijas de Santa María de la Providencia, y la Congregación de los Siervos de La Caridad, más conocidos como guanelianos.

La devoción a San José estaba en el centro de la vida y misión de San Luis. Se aseguró de que las dos comunidades religiosas que había fundado se esforzaran por estar en constante unión con San José, viéndolo como modelo y patrón de todas sus obras de caridad. En los muchos hogares que estableció San Luis para enfrentar las necesidades de los demás, enfatizaba que la devoción a San José necesitaba florecer, especialmente la devoción a San José como Patrono de los Moribundos, porque creía que las obras de misericordia eran infructuosas si no ayudaban a la gente a adquirir una relación con el Señor y experimentar una muerte santa y feliz como la de San José.

La devoción de San Luis a San José era tan conocida, que el Santo Papa Pío X lo invitó a construir una iglesia cerca del Vaticano en honor a San José. San Luis quedó encantado con la invitación del Papa y comenzó de inmediato la construcción. No era de sorprender que San Luis dedicara la nueva iglesia honrando la feliz y santa muerte de San José. La iglesia tardó cuatro años en terminarse y fue consagrada el 19 de marzo de 1912.

La iglesia que San Luis construyó en honor de San José se encuentra en la región Trionfale de Roma; se le conoce como Basílica de San Giuseppe al Trionfale. El Santo Papa Pío X también animó a San Luis a iniciar un apostolado que ofreciera oraciones diarias por los que sufren y los que agonizan. En 1913, San Luis lanzó una asociación internacional de intercesores por los sufrientes y agonizantes. A la asociación la llamó “Pía Unión del Tránsito de San José”, y el Santo Papa Pío X se convirtió en el primer miembro oficial. La casa principal de la Pía Unión del Tránsito de San José se encuentra justo al lado de la iglesia de San Giuseppe al Trionfale. Las filiales internacionales de la Pía Unión de San José se encuentran en todo el mundo. La sede en los Estados Unidos de América está en Grass Lake, Michigan.

Mi querido San José, quédate conmigo mientras viva, quédate conmigo cuando muera, y obtén para mí un juicio favorable de Jesús, mi Salvador misericordioso.
— Papa León XIII

San José, mi querido padre, mírame desde el cielo. Ayúdame a desapegarme de todo lo terrenal. Obtén para mí pureza de corazón, amor a Dios y la perseverancia final.
— Beato Bartolo Longo

LETANÍA DE SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos

Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
Dios Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten misericordia de nosotros

Santa María, Ruega por nosotros
San José, Ruega por nosotros
Noble Retoño de David, Ruega por nosotros
Luz de los Patriarcas, Ruega por nosotros
Esposo de la Madre de Dios, Ruega por nosotros
Casto Guardián de la Virgen, Ruega por nosotros
Padre Nutricio del Hijo de Dios, Ruega por nosotros
Ferviente Defensor de Cristo, Ruega por nosotros
Jefe de la Sagrada Familia, Ruega por nosotros

José Justísimo, Ruega por nosotros
José Castísimo, Ruega por nosotros
José Prudentísimo, Ruega por nosotros
José Valientísimo, Ruega por nosotros
José Obedientísimo, Ruega por nosotros
José Fidelísimo, Ruega por nosotros

Espejo de Paciencia, Ruega por nosotros
Amante de la Pobreza, Ruega por nosotros
Modelo de los Obreros, Ruega por nosotros
Gloria de la Vida Doméstica, Ruega por nosotros
Guardián de las Vírgenes, Ruega por nosotros
Pilar de las Familias, Ruega por nosotros
Consuelo de los Afligidos, Ruega por nosotros
Esperanza de los Enfermos, Ruega por nosotros
Patrono de los Moribundos, Ruega por nosotros
Terror de los Demonios, Ruega por nosotros
Protector de la Santa Iglesia, Ruega por nosotros

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.

V. Lo hizo Señor de su Casa
R. Y administrador de todas sus posesiones

Oremos: Oh Dios, que en tu amorosa providencia elegiste a San José para ser esposo de tu santísima Madre, concédenos la gracia de tener como nuestro intercesor en el cielo a aquél que veneramos en la tierra como nuestro protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Continuar con el Día 29

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