Consagración Total según San Luis María Grignion de Montfort – Día 30

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Día 30

DEL CAMINO REAL DE LA SANTA CRUZ

 Primer texto para meditar: Mt, 27: 36-44

Y sentados hacían la guardia allí. Sobre su cabeza pusieron escrita su causa: Éste es Jesús, el Rey de los judíos. Entonces fueron crucificados con Él dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban le injuriaban, moviendo la cabeza y diciendo: Tú que destruías el templo y lo reedificabas en tres días, sálvate ahora a ti mismo; si eres hijo de Dios, baja de esa cruz.

E igualmente los príncipes de los sacerdotes, con los escribas y ancianos se burlaban y decían: Salvó a otros y a sí mismo no puede salvarse. Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en Él. Ha puesto su confianza en Dios; que Él le libre ahora, si es que le quiere, puesto que ha dicho: Soy el Hijo de Dios. Asimismo los bandidos que con Él estaban crucificados le ultrajaban.

Segundo texto para meditar: Imitación de Cristo, libro II, cap. 2

Esta palabra parece dura a muchos; niégate a ti mismo, toma tu cruz, y sigue a Jesús. Pero mucho más duro será oír aquella postrera palabra: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno. Pues los que ahora oyen y siguen de buena voluntad la palabra de la cruz, no temerán entonces oír la palabra de la eterna condenación.

Esta señal de la cruz estará en el cielo, cuando el Señor vendrá a juzgar.

Entonces todos los siervos de la cruz, que se conformaron en la vida con el Crucificado, se llegarán a Cristo juez con gran confianza.

Pues que así es, ¿por qué temes tomar la cruz, por la cual se va al reino?

En la cruz está la salud, en la cruz la vida, en la cruz está la defensa de los enemigos, en la cruz está la infusión de la suavidad soberana, en la cruz:, está la fortaleza del corazón, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está la suma virtud, en la cruz está la perfección de la santidad.

No está la salud del alma, ni la esperanza de la vida eterna, sino en la cruz.

Toma, pues, tu cruz, y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna.

Él vino primero, y llevó su cruz y murió en la cruz por ti, porque tú también la lleves y desees morir en ella.

Porque si mueres juntamente con Él, vivirás con Él.

Y si fueres compañero de la pena, lo serás también de la gloria.

Consagración

Oraciones del día

LETANÍA DEL ESPÍRITU SANTO

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo ten piedad. Cristo ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Espíritu que procede del Padre y del Hijo, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu por inspiración del cual han hablado los profetas, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que das testimonio de Cristo, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que sobreviene a María, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu del Señor que llena todo el orbe, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de Dios que habita en nosotros, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de sabiduría y de entendimiento, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de consejo y de fortaleza, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de ciencia y de piedad, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de temor del Señor, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de gracia y de misericordia, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de humildad y de castidad, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de benignidad y de mansedumbre, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de multiforme gracia, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu en el cual renacemos, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu por el cual se difunde la caridad, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres, ilumínanos y santifícanos.

Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, perdónanos, Señor.

De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De tentaciones e insidias del demonio, líbranos, Señor.
De la presunción y desesperación, líbranos, Señor.
De la resistencia a la verdad conocida, líbranos, Señor.
De la obstinación y de la impenitencia, líbranos, Señor.
De la impureza de la mente y del cuerpo, líbranos, Señor.
Del espíritu de fornicación, líbranos, Señor.
De todo espíritu del mal, líbranos, Señor.

Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo. Te rogamos óyenos.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán. Te rogamos óyenos.
Por tu advenimiento sobre los discípulos. Te rogamos óyenos.
En el día del juicio, nosotros pecadores. Te rogamos óyenos.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él. Te rogamos óyenos.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos. Te rogamos óyenos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne. Te rogamos óyenos.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne. Te rogamos óyenos.
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios. Te rogamos óyenos.
Para que seamos solícitos en guardarla unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Te rogamos óyenos.
Para que no creamos a todo espíritu. Te rogamos óyenos.
Para que probemos a los espíritus si son de Dios. Te rogamos óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud. Te rogamos óyenos.
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano. Te rogamos óyenos.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escíchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Oración:
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

AVE MARIS STELLA

Salve, Estrella del mar, Madre, que diste a luz a Dios, quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo.

Pues recibiste aquel Ave de labios de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva.

Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos, ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras plegarias el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo.

Virgen singular, sobre todos suave, haz que libres de culpas, seamos suaves y castos.

Danos una vida pura, prepara una senda segura, para que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos.

Gloria sea a Dios Padre, a Cristo altísimo y al Espíritu Santo: a los tres un solo honor. Amén.

LETANÍA DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo ten piedad. Cristo ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Jesús, óyenos. Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos. Jesús, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Dios santo, trino y uno, ten piedad de nosotros.

Jesús hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Jesús, resplandor del Padre, ten piedad de nosotros.
Jesús, candor de la luz eterna, ten piedad de nosotros.
Jesús, rey de la gloria, ten piedad de nosotros.
Jesús, sol de justicia, ten piedad de nosotros.
Jesús, Hijo de la Virgen María, ten piedad de nosotros.
Jesús, amable, ten piedad de nosotros.
Jesús, admirable, ten piedad de nosotros.
Jesús, Dios fuerte, ten piedad de nosotros.
Jesús, Padre del siglo futuro, ten piedad de nosotros.
Jesús, ángel del gran consejo, ten piedad de nosotros.
Jesús, poderosísimo, ten piedad de nosotros.
Jesús, obedientísimo, ten piedad de nosotros.
Jesús, manso y humilde de corazón, ten piedad de nosotros.
Jesús, amador de la castidad, ten piedad de nosotros.
Jesús, amador nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, Dios de paz, ten piedad de nosotros.
Jesús, autor de la vida, ten piedad de nosotros.
Jesús, modelo de virtudes, ten piedad de nosotros.
Jesús, celador de las almas, ten piedad de nosotros.
Jesús, Dios nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, refugio nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, padre de los pobres, ten piedad de nosotros.
Jesús, tesoro de los fieles, ten piedad de nosotros.
Jesús, buen pastor, ten piedad de nosotros.
Jesús, luz verdadera, ten piedad de nosotros.
Jesús, sabiduría eterna, ten piedad de nosotros.
Jesús, bondad infinita, ten piedad de nosotros.
Jesús, camino y vida nuestra, ten piedad de nosotros.
Jesús, gozo de los ángeles, ten piedad de nosotros.
Jesús, rey de los patriarcas, ten piedad de nosotros.
Jesús, maestro de los apóstoles, ten piedad de nosotros.
Jesús, doctor de los evangelistas, ten piedad de nosotros.
Jesús, fortaleza de los mártires, ten piedad de nosotros.
Jesús, luz de los confesores, ten piedad de nosotros.
Jesús, pureza de las vírgenes, ten piedad de nosotros.
Jesús, corona de todos los santos, ten piedad de nosotros.

Sednos propicio, perdónanos, Jesús.
Sednos propicio, escúchanos, Jesús.

De todo mal, líbranos, Jesús.
De todo pecado, líbranos, Jesús.
De tu ira, líbranos, Jesús.
De los lazos del demonio, líbranos, Jesús.
Del espíritu de fornicación, líbranos, Jesús.
De la muerte eterna, líbranos, Jesús.
Del desprecio de tus inspiraciones, líbranos, Jesús.
Por el misterio de tu santa encarnación, líbranos, Jesús.
Por tu nacimiento, líbranos, Jesús.
Por tu infancia, líbranos, Jesús.
Por tu vida divina, líbranos, Jesús.
Por tus trabajos, líbranos, Jesús.
Por tu pasión y gloria, líbranos, Jesús.
Por tu cruz y desamparo, líbranos, Jesús.
Por tus angustias, líbranos, Jesús.
Por tu muerte y sepultura, líbranos, Jesús.
Por tu resurrección, líbranos, Jesús.
Por tu ascensión, líbranos, Jesús.
Por tus gozos, líbranos, Jesús.
Por tu gloria, líbranos, Jesús.

Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, perdónanos.
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, escúchanos.
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, ten piedad de nosotros.

Jesús, óyenos. Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos. Jesús, escúchanos.

Bendito sea el nombre del Señor.
Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Oración:
Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; te suplicamos derrames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Haz, Señor, que temamos y amemos también perpetuamente tu santo nombre, porque jamás abandona tu providencia a los que proteges con la fortaleza de tu amor. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN DE MONTFORT A JESUCRISTO

Dejadme, amabilísimo Jesús mío, que me dirija a Vos, para atestiguaras mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la Esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. ¡Ay, Señor! tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido.

Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta para calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria.

¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí.

Haec facta est mihi. ¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas.

¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos.

¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida.

¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén.

OH, JESÚS, QUE VIVES EN MARÍA

Ven, ¡Oh Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti.

Forja en nuestra alma, ¡oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad.

Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, dan os tus luces, y en pos de ti podremos caminar.

Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.

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