Consagración a la Divina Misericordia: Día 6

DÍA 6
FUNDAMENTO
La familia como escuela de Misericordia

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Hacemos un breve silencio para ponernos en la presencia de Dios e implorar la asistencia y luz del Espíritu Santo.

ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA

“Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la Misericordia misma; en Ti pongo toda mi esperanza.”

CITA

“La familia es la primera escuela de la misericordia, porque allí se es amado y se aprende a amar, se es perdonado y se aprende a perdonar.”
Papa Francisco. El nombre de Dios es Misericordia

REFLEXIÓN

Los padres se quejan mucho de los hijos, de su rebeldía, su falta de respeto, su desobediencia, su inmadurez… Y nuestro Padre Dios ¿no tendría el mismo derecho a quejarse de nosotros?

Hoy en día, los gritos, las ofensas, los reclamos y las amenazas son muchas veces práctica común en nuestros hogares. La velocidad y las demandas de la vida actual nos tienen en un estado de tensión que perjudica seriamente las relaciones con las personas más cercanas a nosotros. 

¿Cómo espera un padre que su hijo sea amable, tolerante, respetuoso y cariñoso si no es lo que ha visto, vivido y por tanto aprendido? 

Jesús, María y José, Sagrada Familia que es modelo perfecto de caridad, les pido que me ayuden a trabajar en la paciencia, la afabilidad, la tolerancia y el perdón, para que en mi familia se viva un clima de misericordia y de paz, y que así cada uno de sus miembros pueda llevarlo también fuera de nuestro círculo familiar.

PROPÓSITO

Hoy dedicaré un esfuerzo especial a tratar a todos en mi familia con mucha caridad. Evitaré los gritos, las malas caras, la impaciencia y la intolerancia. Tendré al menos un gesto de cariño o ternura con cada miembro de mi familia.

ORACIÓN FINAL

Tú me abres Señor una puerta
y llenas de luz mi esperanza gastada.
Tú me cargas en tus hombros
y sostienes mi fe cansada.

Me recuerdas con ternura mis miserias
con tu mano tendida que acaricia.
Y repites a mi alma:
“Dame lo mío y toma lo tuyo.”

¿Qué es lo tuyo Señor?
¿Por qué tengo miedo de este intercambio?

Tú has venido a cargar mis miserias y sólo me pides que abra mi puerta.

Entras contento como un buen ladrón
me robas los miedos, rencores y dudas
y con tu huella profunda
me marcas dejando una estela de paz infinita.

Tu misericordia me levanta.
Tu misericordia me limpia.
Tu misericordia me alegra.
Tu misericordia me da vida.

¡Ven Señor Jesús!
Rompe las ataduras del pecado.
Venda mis heridas más profundas.
Carga mi cuerpo tan cansado.
Sana mi alma lastimada.

Y que restaurado por tu Amor
vaya y haga yo lo mismo con mi hermano.
Aquél que más me necesita.
Aquél que más me ha herido.
Aquél que es más temido.

Porque es deber de gratitud
crear una cadena de misericordia
tan fuerte como el Amor que Tú nos tienes
tan grande como tu paciencia
tan brillante como tu ternura.

Déjame entrar en tu Corazón
¡ábreme tu puerta!
Para que entrando descubra a todos mis hermanos
que lo son por el gran amor con que Tú nos has perdonado.

 

Del libro: Jesús a mi alma
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

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