DÍA 4
FUNDAMENTO
Jesús conoce nuestra historia
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Hacemos un breve silencio para ponernos en la presencia de Dios e implorar la asistencia y luz del Espíritu Santo.
ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA
“Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la Misericordia misma; en Ti pongo toda mi esperanza.”
CITA
“Jesús nos acoge porque nos conoce. No teme acercarse a nosotros. Sabe qué hay en nuestro corazón, conoce nuestros límites, pecados e imperfecciones. No espera nada de nosotros, ¡nos espera a nosotros! Somos vistos por Jesús en la oración con amor y misericordia. Conoce nuestra historia.”
Padre Guillermo Serra, L.C. Sal de tu Cielo. Cap. II, Núm. 3
REFLEXIÓN
¡Qué importante es que me conozca realmente como soy! Pienso en aquello que he llegado a decir o a hacer en contra de tu voluntad y que ha lastimado a otros al ser objetos o testigos de mis acciones, y me invade la amargura. Sé que Tú conoces cada uno de mis actos e incluso los pensamientos que nadie cree que soy capaz de tener. Me entristece que veas lo pequeño que soy. Sin embargo, estoy consciente también de que siendo así como soy, justo así, Tú me amas. Incluso en el momento mismo en el que mi libertad escoge apartarse de Ti, Tú me sigues amando.
Cuando lleno de arrepentimiento intento acercarme a Ti a través de la oración o la confesión, descubro que me esperas con paciencia y con ternura; sin reclamos o regaños, pues sabes exactamente qué es lo que puedes esperar de mí.
Señor, no permitas que olvide esta realidad de tu amor ilimitado, que no está condicionado a los méritos que yo pueda conseguir. Tú me has soñado, creado, amado y perdonado justo así como soy y yo nunca podré pagártelo.
PROPÓSITO
Haré una lista de mis cualidades y mis defectos. Agradeceré a Dios por los talentos que me ha dado y procuraré utilizarlos para darle gloria. Sin desanimarme, repasaré aquello que no me gusta de mí y que pienso puede desagradar a Dios, tratando con objetividad de pensar en las virtudes que debo de trabajar.
ORACIÓN FINAL
Tú me abres Señor una puerta
y llenas de luz mi esperanza gastada.
Tú me cargas en tus hombros
y sostienes mi fe cansada.
Me recuerdas con ternura mis miserias
con tu mano tendida que acaricia.
Y repites a mi alma:
“Dame lo mío y toma lo tuyo.”
¿Qué es lo tuyo Señor?
¿Por qué tengo miedo de este intercambio?
Tú has venido a cargar mis miserias y sólo me pides que abra mi puerta.
Entras contento como un buen ladrón
me robas los miedos, rencores y dudas
y con tu huella profunda
me marcas dejando una estela de paz infinita.
Tu misericordia me levanta.
Tu misericordia me limpia.
Tu misericordia me alegra.
Tu misericordia me da vida.
¡Ven Señor Jesús!
Rompe las ataduras del pecado.
Venda mis heridas más profundas.
Carga mi cuerpo tan cansado.
Sana mi alma lastimada.
Y que restaurado por tu Amor
vaya y haga yo lo mismo con mi hermano.
Aquél que más me necesita.
Aquél que más me ha herido.
Aquél que es más temido.
Porque es deber de gratitud
crear una cadena de misericordia
tan fuerte como el Amor que Tú nos tienes
tan grande como tu paciencia
tan brillante como tu ternura.
Déjame entrar en tu Corazón
¡ábreme tu puerta!
Para que entrando descubra a todos mis hermanos
que lo son por el gran amor con que Tú nos has perdonado.
Del libro: Jesús a mi alma
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.
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