Consagración a la Divina Misericordia: Día 27

DÍA 27
LAS OBRAS DE MISERICORDIA
Buscar sanar las llagas de Jesús en el hermano

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Hacemos un breve silencio para ponernos en la presencia de Dios e implorar la asistencia y luz del Espíritu Santo.

ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA

“Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la Misericordia misma; en Ti pongo toda mi esperanza.”

CITA

“Las llagas de Jesús son todavía hoy visibles en el cuerpo de los hermanos que tienen hambre, sed, que están desnudos, humillados, esclavizados, que se encuentran en la cárcel y en el hospital. Tocando estas llagas, acariciándolas, es posible «adorar al Dios vivo en medio de nosotros». «¿Cómo puedo hoy encontrar las llagas de Jesús? Yo no las puedo ver como las vio Tomás. Las llagas de Jesús las encuentro haciendo obras de misericordia».”
Papa Francisco. Tocar las llagas de Jesús. Homilía en Santa Martha 3 julio 2013

REFLEXIÓN

Las heridas de los enfermos, la pobreza y la precariedad en la que viven tantas personas, el ambiente de una cárcel o sanatorio para enfermos mentales… todos pueden causarnos cierta repulsión. Si acaso sentimos el impulso de ayudar, nos conformamos con hacerlo en especie, a la distancia suficiente como para que no nos impacte en forma directa. Queremos ayudar sin “ensuciarnos” las manos, olvidando que en cada uno de ellos está Cristo. Pensamos que si tuviéramos a Jesús crucificado frente a nosotros trataríamos de aliviar su sufrimiento, limpiaríamos su rostro, le daríamos de beber, curaríamos sus heridas… pero no lo hacemos con nuestros hermanos. 

Jesús, no me dejes encerrarme en la comodidad, no permitas que sea indiferente al dolor de mi prójimo. Ayúdame a salir a tu encuentro en los necesitados, a tener una misericordia operante que no se reduzca a donar el dinero que me sobra o incluso a hacer una oración cuando de casualidad me acuerde de ellos. Como a Tomás, regálame la fe que me deje ver tus heridas en el rostro de mis hermanos, y mueve mi voluntad para poner la caridad en acción.

PROPÓSITO

Como un acto de servicio hacia los enfermos, preguntaré en algún hospital o clínica cercana si hay algo en lo que pueda ayudar. Si no tengo la manera de hacerlo, ofreceré un Rosario por los enfermos.

ORACIÓN FINAL

Tú me abres Señor una puerta
y llenas de luz mi esperanza gastada.
Tú me cargas en tus hombros
y sostienes mi fe cansada.

Me recuerdas con ternura mis miserias
con tu mano tendida que acaricia.
Y repites a mi alma:
“Dame lo mío y toma lo tuyo.”

¿Qué es lo tuyo Señor?
¿Por qué tengo miedo de este intercambio?

Tú has venido a cargar mis miserias y sólo me pides que abra mi puerta.

Entras contento como un buen ladrón
me robas los miedos, rencores y dudas
y con tu huella profunda
me marcas dejando una estela de paz infinita.

Tu misericordia me levanta.
Tu misericordia me limpia.
Tu misericordia me alegra.
Tu misericordia me da vida.

¡Ven Señor Jesús!
Rompe las ataduras del pecado.
Venda mis heridas más profundas.
Carga mi cuerpo tan cansado.
Sana mi alma lastimada.

Y que restaurado por tu Amor
vaya y haga yo lo mismo con mi hermano.
Aquél que más me necesita.
Aquél que más me ha herido.
Aquél que es más temido.

Porque es deber de gratitud
crear una cadena de misericordia
tan fuerte como el Amor que Tú nos tienes
tan grande como tu paciencia
tan brillante como tu ternura.

Déjame entrar en tu Corazón
¡ábreme tu puerta!
Para que entrando descubra a todos mis hermanos
que lo son por el gran amor con que Tú nos has perdonado.

 

Del libro: Jesús a mi alma
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

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