Consagración a la Divina Misericordia: Día 26

DÍA 26
LAS OBRAS DE MISERICORDIA
Cambiarse para cambiar el mundo

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Hacemos un breve silencio para ponernos en la presencia de Dios e implorar la asistencia y luz del Espíritu Santo.

ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA

“Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la Misericordia misma; en Ti pongo toda mi esperanza.”

CITA

“Si permanecen unidos a Jesús, construyen su Reino, construyen fraternidad, participación y obras de misericordia; son una fuerza poderosa para hacer el mundo más justo y más bello, para transformarlo. ¿Tienes el valor de recoger este desafío? ¿Te animas a ser esta fuerza de amor y de misericordia que tiene la valentía de querer transformar el mundo?”
Papa Francisco a los jóvenes en la audiencia general. 4 septiembre 2013 

REFLEXIÓN

Parece imposible cambiar el mundo. Para los jóvenes puede ser más fácil simplemente aceptarlo como está, y conformarse con sobrevivir en él. La corrupción, la superficialidad, el olvido de Dios y el egoísmo están tan enraizados en algunos ambientes, que cualquier esfuerzo parece inútil en intentar modificarlos. Solo hacen falta dos cosas: fe y unidad. Si confiamos en Dios, si creemos firmemente en su misericordia, actuamos conforme a ella, contagiamos a otros y permanecemos unidos, el cambio se dará. Como decía la Madre Teresa “Si quieres cambiar el mundo, primero cámbiate a ti mismo”. 

Señor, no dejes que las malas noticias de nuestro tiempo nos desanimen. No permitas que nos hundamos en el conformismo y la comodidad de creer que no podemos hacer nada. Dame el valor y la fortaleza de ejercer la misericordia con todos los que me rodean. Hazme un mensajero de tu amor y de tu paz, para que como un testigo tuyo pueda llevarlos a mis hermanos. Juntos comenzaremos la revolución del amor que podrá cambiar la realidad de nuestro mundo.

PROPÓSITO

Pensaré en algún amigo que sepa que comparte mi fe y mi deseo de extender el Reino de Cristo, y lo animaré a que vayamos juntos a algún grupo parroquial, o movimiento religioso para formarnos o hacer algún apostolado. Si nos unimos y lo hacemos juntos, nos sentiremos más animados.

ORACIÓN FINAL

Tú me abres Señor una puerta
y llenas de luz mi esperanza gastada.
Tú me cargas en tus hombros
y sostienes mi fe cansada.

Me recuerdas con ternura mis miserias
con tu mano tendida que acaricia.
Y repites a mi alma:
“Dame lo mío y toma lo tuyo.”

¿Qué es lo tuyo Señor?
¿Por qué tengo miedo de este intercambio?

Tú has venido a cargar mis miserias y sólo me pides que abra mi puerta.

Entras contento como un buen ladrón
me robas los miedos, rencores y dudas
y con tu huella profunda
me marcas dejando una estela de paz infinita.

Tu misericordia me levanta.
Tu misericordia me limpia.
Tu misericordia me alegra.
Tu misericordia me da vida.

¡Ven Señor Jesús!
Rompe las ataduras del pecado.
Venda mis heridas más profundas.
Carga mi cuerpo tan cansado.
Sana mi alma lastimada.

Y que restaurado por tu Amor
vaya y haga yo lo mismo con mi hermano.
Aquél que más me necesita.
Aquél que más me ha herido.
Aquél que es más temido.

Porque es deber de gratitud
crear una cadena de misericordia
tan fuerte como el Amor que Tú nos tienes
tan grande como tu paciencia
tan brillante como tu ternura.

Déjame entrar en tu Corazón
¡ábreme tu puerta!
Para que entrando descubra a todos mis hermanos
que lo son por el gran amor con que Tú nos has perdonado.

 

Del libro: Jesús a mi alma
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

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