Consagración a la Divina Misericordia: Día 24

DÍA 24
EL PERDÓN
Jesús nos levanta y nos sostiene

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Hacemos un breve silencio para ponernos en la presencia de Dios e implorar la asistencia y luz del Espíritu Santo.

ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA

“Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la Misericordia misma; en Ti pongo toda mi esperanza.”

CITA

“Bienaventurado serás si te dejas perdonar por Jesús, quien nunca te condena. Su mano toma la tuya y te levanta para invitarte a no pecar más y seguirlo de cerca.” (Jn 8). Ternura de Dios, hecha perdón y misericordia, acaricia mi corazón.
Padre Guillermo Serra, L.C. Sal de tu Cielo. Cap. III, Núm. 3 

REFLEXIÓN

Caer es prácticamente una garantía. La herida causada por el pecado original inclina nuestra alma hacia el mal. Sin importar nuestro grado de virtud, de alguna u otra manera pecaremos, está en nuestra naturaleza. Pero en cada caída, no estaremos solos, Jesús está con nosotros y así; como Él recibió ayuda del Cireneo en su camino al Calvario, hoy extiende su mano hacia nosotros para ayudarnos a levantarnos. Cristo siendo Dios, asumió nuestra naturaleza y supo lo que era el miedo, el cansancio, la tristeza y el dolor. No es indiferente a nuestros sentimientos cuando estamos en el suelo a causa de nuestras faltas; más bien, está ahí a nuestro lado para animarnos a que nos pongamos de pie. 

Dios mío, ayúdame a que mis ojos se fijen en la meta, que es la santidad y no en el camino, que será cuesta arriba; plagado de tentaciones y caídas. Permite que quite la mirada de mí mismo y la fije en Ti. Yo solo nada puedo, pero Tú lo puedes todo. No será mi fuerza, sino la tuya; no será mi mérito, sino tu misericordia; no será mi camino, sino el abandono confiado a tu voluntad lo que al final me permitirá llegar a mi destino: tu ternura, tu perdón y tu Cielo. Solo en Ti tengo puesta mi esperanza.

PROPÓSITO

Dios es fiel a sus promesas, y esa es la certeza que regirá este día a mi corazón. En cuanto me tope con alguna dificultad o sinsabor, repetiré tres veces: “Jesús, en Ti confío”, “Jesús, en Ti confío”, “Jesús, en Ti confío”.

ORACIÓN FINAL

Tú me abres Señor una puerta
y llenas de luz mi esperanza gastada.
Tú me cargas en tus hombros
y sostienes mi fe cansada.

Me recuerdas con ternura mis miserias
con tu mano tendida que acaricia.
Y repites a mi alma:
“Dame lo mío y toma lo tuyo.”

¿Qué es lo tuyo Señor?
¿Por qué tengo miedo de este intercambio?

Tú has venido a cargar mis miserias y sólo me pides que abra mi puerta.

Entras contento como un buen ladrón
me robas los miedos, rencores y dudas
y con tu huella profunda
me marcas dejando una estela de paz infinita.

Tu misericordia me levanta.
Tu misericordia me limpia.
Tu misericordia me alegra.
Tu misericordia me da vida.

¡Ven Señor Jesús!
Rompe las ataduras del pecado.
Venda mis heridas más profundas.
Carga mi cuerpo tan cansado.
Sana mi alma lastimada.

Y que restaurado por tu Amor
vaya y haga yo lo mismo con mi hermano.
Aquél que más me necesita.
Aquél que más me ha herido.
Aquél que es más temido.

Porque es deber de gratitud
crear una cadena de misericordia
tan fuerte como el Amor que Tú nos tienes
tan grande como tu paciencia
tan brillante como tu ternura.

Déjame entrar en tu Corazón
¡ábreme tu puerta!
Para que entrando descubra a todos mis hermanos
que lo son por el gran amor con que Tú nos has perdonado.

 

Del libro: Jesús a mi alma
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

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