Consagración a la Divina Misericordia: Día 19

DÍA 19
EL LLAMADO A LA MISERICORDIA
La misericordia abraza a todos: salgamos al mundo

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Hacemos un breve silencio para ponernos en la presencia de Dios e implorar la asistencia y luz del Espíritu Santo.

ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA

“Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la Misericordia misma; en Ti pongo toda mi esperanza.”

CITA

Abramos la puerta de la misericordia… De este jubileo, porque la primera puerta de la misericordia la abrió nuestro Padre Dios con su Hijo Jesús. Hoy, junto a ustedes y con ustedes, quiero reafirmar una vez más la confianza a la que Jesús nos impulsa: la misericordia que abraza a todos y en todos los rincones de la tierra. No hay espacio donde su misericordia no pueda llegar, no hay espacio ni persona a la que no pueda tocar. 
Papa Francisco. Discurso a los Presos. Chihuahua, México. 17 febrero 2016

REFLEXIÓN

Dios quiere que todo hombre se salve, incluyendo los que están lejos de la Iglesia, los que han pecado o los que han renegado de Él. Siempre tendrá puesta su esperanza en que hasta el último suspiro de su vida, el hombre se arrepienta y como el hijo pródigo, busque regresar a casa del Padre. Y ahí es, en donde entramos nosotros, los que hemos recibido el don de la fe y la gracia de haber sido hechos hijos a través del bautismo. Es nuestro compromiso como miembros de la Iglesia, junto con sus pastores, el llevar ese mensaje de amor no solo a los que nos rodean y tienen la gracia de creer; sino justo a esas personas a las que nadie les ha dicho simplemente: “Dios te ama”. 

¿Por qué nos da pena? ¿Por qué creemos que es obligación de otros? Si por alguna razón cayeras en desgracia, ¿no te gustaría que alguien encendiera tu corazón con la esperanza de saber que hay un Padre que te ama, te perdona y te espera?

PROPÓSITO

Escribiré una nota con un mensaje que manifieste el amor incondicional de Dios: su infinita misericordia, su deseo de ver a su hijo perdido arrepentido y necesitado de un abrazo; emprender su camino de regreso a casa. Saldré a la calle y se lo daré a alguien que crea que lo necesite.

ORACIÓN FINAL

Tú me abres Señor una puerta
y llenas de luz mi esperanza gastada.
Tú me cargas en tus hombros
y sostienes mi fe cansada.

Me recuerdas con ternura mis miserias
con tu mano tendida que acaricia.
Y repites a mi alma:
“Dame lo mío y toma lo tuyo.”

¿Qué es lo tuyo Señor?
¿Por qué tengo miedo de este intercambio?

Tú has venido a cargar mis miserias y sólo me pides que abra mi puerta.

Entras contento como un buen ladrón
me robas los miedos, rencores y dudas
y con tu huella profunda
me marcas dejando una estela de paz infinita.

Tu misericordia me levanta.
Tu misericordia me limpia.
Tu misericordia me alegra.
Tu misericordia me da vida.

¡Ven Señor Jesús!
Rompe las ataduras del pecado.
Venda mis heridas más profundas.
Carga mi cuerpo tan cansado.
Sana mi alma lastimada.

Y que restaurado por tu Amor
vaya y haga yo lo mismo con mi hermano.
Aquél que más me necesita.
Aquél que más me ha herido.
Aquél que es más temido.

Porque es deber de gratitud
crear una cadena de misericordia
tan fuerte como el Amor que Tú nos tienes
tan grande como tu paciencia
tan brillante como tu ternura.

Déjame entrar en tu Corazón
¡ábreme tu puerta!
Para que entrando descubra a todos mis hermanos
que lo son por el gran amor con que Tú nos has perdonado.

 

Del libro: Jesús a mi alma
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

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