DÍA 10
FUNDAMENTO
Su misericordia es cercana
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Hacemos un breve silencio para ponernos en la presencia de Dios e implorar la asistencia y luz del Espíritu Santo.
ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA
“Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la Misericordia misma; en Ti pongo toda mi esperanza.”
CITA
“La misericordia rechaza siempre la maldad, tomando muy en serio al ser humano. Apela siempre a la bondad de cada persona aunque esté dormida, anestesiada. Lejos de aniquilar, como muchas veces pretendemos o queremos hacerlo nosotros, la misericordia se acerca a toda situación para transformarla desde adentro. Ese es precisamente el misterio de la misericordia divina. Se acerca, invita a la conversión, invita al arrepentimiento; invita a ver el daño que a todos los niveles se está causando. La misericordia siempre entra en el mal para transformarlo.”
Papa Francisco. Homilía en Ciudad Juárez, México. 17 febrero 2016
REFLEXIÓN
Todo ser humano por definición es creado a imagen y semejanza de Dios, su capacidad de amar lo coloca por arriba del resto de las criaturas. No hay persona, por mala que sea, que no haya experimentado el amor; ya sea a sus padres, a su esposo, esposa, hijos… y por eso; Dios no se da por vencido. Sabe que en nuestro corazón siempre hay algo de bondad y su misericordia no cesa de buscar la manera de que ésta prevalezca sobre el mal. Sus caminos a veces son misteriosos, pero siempre busca nuestro bien y nosotros necesitamos abrir el corazón a esa gracia; dejar que ese amor misericordioso nos encuentre y nos sorprenda. Dios es siempre fiel, nos ha amado hasta el extremo y no puede dejar de amarnos.
Señor, dame la gracia de no pretender entender o medir tu amor por mí. Por muchos pecados que haya cometido o me falten cometer, Tú no dudaste en dar hasta la última gota de tu sangre por mi salvación. En mi pequeñez quiero hacer un acto de profunda gratitud por darme ese regalo que no merezco, pero recibo con humildad porque Tú quieres dármelo. Te ofrezco rescatar la bondad tuya que hay en mí y trabajar en ella para ir poco a poco combatiendo mis defectos. Que el Espíritu Santo me ayude para poder imitar tu misericordia con mis hermanos.
PROPÓSITO
El día de hoy, pensaré en alguna persona que me ha hecho daño o no me cae bien y con objetividad identificaré sus cualidades y virtudes. Trataré de buscar la imagen de Cristo en ella y desde lo más profundo de mi corazón le daré gracias a Dios por ella y rezaré por sus intenciones.
ORACIÓN FINAL
Tú me abres Señor una puerta
y llenas de luz mi esperanza gastada.
Tú me cargas en tus hombros
y sostienes mi fe cansada.
Me recuerdas con ternura mis miserias
con tu mano tendida que acaricia.
Y repites a mi alma:
“Dame lo mío y toma lo tuyo.”
¿Qué es lo tuyo Señor?
¿Por qué tengo miedo de este intercambio?
Tú has venido a cargar mis miserias y sólo me pides que abra mi puerta.
Entras contento como un buen ladrón
me robas los miedos, rencores y dudas
y con tu huella profunda
me marcas dejando una estela de paz infinita.
Tu misericordia me levanta.
Tu misericordia me limpia.
Tu misericordia me alegra.
Tu misericordia me da vida.
¡Ven Señor Jesús!
Rompe las ataduras del pecado.
Venda mis heridas más profundas.
Carga mi cuerpo tan cansado.
Sana mi alma lastimada.
Y que restaurado por tu Amor
vaya y haga yo lo mismo con mi hermano.
Aquél que más me necesita.
Aquél que más me ha herido.
Aquél que es más temido.
Porque es deber de gratitud
crear una cadena de misericordia
tan fuerte como el Amor que Tú nos tienes
tan grande como tu paciencia
tan brillante como tu ternura.
Déjame entrar en tu Corazón
¡ábreme tu puerta!
Para que entrando descubra a todos mis hermanos
que lo son por el gran amor con que Tú nos has perdonado.
Del libro: Jesús a mi alma
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.
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