Camino hacia Belén: Día 16

SAL DE TU CIELO: 33 DÍAS DE CAMINO HACIA BELÉN

DÍA 16: HAS DICHO MI NOMBRE

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Breve silencio para ponerse en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.

ORACIÓN CAMINO A BELÉN

Querido niño Jesús: Te quiero hacer presente aquí, en este rato de oración. Muchas veces pienso en ti, me acuerdo de ti, pero no te pienso. Pensarte es quererte y quererte es buscarte. Sí, quiero buscarte, caminar hacia ti, pero sabiendo que Tú me buscas siempre primero. Quiero recorrer este camino de la mano de María, tu madre, sostenido por el auxilio del Espíritu Santo, para que tu Amor se revele en plenitud dentro de mi corazón en esta Navidad.

CITA

Nuestro creador y Redentor nos pronuncia, y pronunciándonos nos revela quiénes somos y quién es Él. La verdad nos revela nuestra verdad; la Vida nos da la vida; el Camino se nos hace camino y se presenta lleno de amor. (Sal de tu Cielo. Cap. 2.17)

REFLEXIÓN

Oír nuestro nombre nos abre los ojos, nos dice que Dios nos conoce, que le interesamos, que nos ama. Él lleva nuestro nombre tatuado en la palma de su mano (Is 49, 15-16).

¿Cómo fue que llegué aquí a la cueva de Belén? ¿Por qué estoy yo delante de Ti Jesús, cuando tantos hombres te ignoran o te olvidan? No son mis méritos, sino tu gracia; no es que yo te haya buscado, sino que Tú me buscaste a mí, me llamaste por mi nombre.

Y en mi nombre está contenida toda mi realidad, no sólo lo que me atrevo a mostrar, aquello de lo que me siento satisfecho o lo que en el mundo implica mi nombre, mi fama o mis logros.

No. Para Ti, mi nombre comprende también mi debilidad, mi miedo, mis secretos y mis amores más escondidos. Y es en ese contexto que me has llamado. No me llamas por ser digno o perfecto, me llamas porque me amas. Y cuando me extravío, como a la oveja perdida, me llamas con más fuerza. ¡Cuánta seguridad debo sentir al saber que estás pendiente de mí!

Confío en Ti y quiero que me llames, que me grites, que nunca dejes de buscarme.

ORACIÓN

ENTRA EN MI CORAZÓN

Durante cuarenta años en el desierto
Israel se preparó para entrar en la tierra
prometida a Abraham y su descendencia

La tierra con lágrimas de niño encarnado
de dolor por un pueblo totalmente cerrado
de tristeza al ser en la cruz abandonado
fue fértil y la promesa se transformó en un Dios donado

Una tierra que tú y yo habitamos sólo en el Amor
Una tierra que es un gran corazón
Una tierra que vive, ríe y sufre desde su encarnación
Una tierra que siendo fin, te abraza y te da ahora calor

Promesa que como Adán, del polvo surgió
Tras muchos peregrinos, Él mismo en su tienda habitó
Morada entre nosotros, uno de los nuestros quiso ser
para como puente, ser caminado hasta a Dios poder ver

Jesús a mi alma

Entra en mi corazón y dime lo que ves
Largos años, eterna espera, hasta por ti nacer
Ahora te lo abro, es tuyo, dime lo que ves
Nada oculto, en mí también al Padre verás
Busca dentro, junto al Espíritu, y dime lo que ves

Mi alma Jesús

Sangre fuerte, sangre roja, sangre que fluye por tu costado
Sangre limpia que me purifica del pecado
Sangre tuya, sangre mía, vida nueva que me da mi amado

Jesús a mi alma

Entra dentro, no contemples, habita este corazón
Que tuyo es, por puro amor, pues no hay otra razón
Entra dentro y habítalo, escucha los latidos de pasión
Vivo está y pronto a perdonar toda tu traición

Mi alma a Jesús

Quiero entrar, pero tengo miedo de no perseverar
Me conozco y soy débil, no sé bien si podré caminar
Quiero entrar y allí morir, hasta el cielo ya tocar
Dame fuerzas, mi Jesús, para nunca vacilar

Jesús a mi alma

¿Quieres habitar el cielo sin temor?
Entra dentro y si confías ya no me podrás dejar
No eres tú, soy yo el que quiere verte perseverar
Entra dentro, descansa segura, y déjate ya amar

Del libro Jesús a mi alma, P. Guillermo Serra L.C.

PROPÓSITO

En mi carta a Jesús escribiré, después de hacer oración, qué palabras tengo que habitar en mi vida. Son palabras que podemos pensar están habitadas pero que por descuido están vacías. Ofreceré al niño Jesús, como parte de este regalo, tres de estas palabras, como si fueran: oro, incienso y mirra.

Autor y Voz: Padre Guillermo Serra, L.C.

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