CAMINO DE CUARESMA: 40 DÍAS JUNTO A JESÚS
DÍA 32 – IV SÁBADO DE CUARESMA
EL SÍ QUE CAMBIÓ LA HISTORIA
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Breve silencio para ponernos en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.
ORACIÓN INICIAL
Estoy caminando en el desierto de la fe, Jesús. Un desierto que se convirtió en maestro de la fe para tu pueblo Israel. Ayúdame a entrar en él, avanzar y progresar con la mirada puesta siempre en ti. Sé que pasaré por pruebas, que mi inteligencia y voluntad serán purificadas, que mi sensibilidad también sentirá el calor y el frío del desierto. No tengo miedo porque sé que tú estás conmigo, yo quiero seguir tus huellas y salir victorioso con una fe sólida e inquebrantable. Déjame sentir tu presencia y líbrame de lo que me impida reconocerte en cada circunstancia de mi vida.
CITA
María preguntó al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se la llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Lucas 1, 34-38
REFLEXIÓN
María siempre ha sido para nosotros el ejemplo a imitar, el camino a seguir. Y meditando en todas sus cualidades y virtudes, siempre hay una que debería maravillarnos y es su fe.
Está escrito que ella “guardaba y meditaba las cosas en su corazón”. En ninguna parte se menciona que no sintiera tristeza, coraje ante la injusticia o impotencia ante los sucesos que su corazón no quería pero su voluntad aceptaba. En las Sagradas Escrituras no se relata cuántas lágrimas derramó, cuánto le ofendía la actitud de aquellos que insultaban a su Hijo o cómo internamente hubiera deseado que no padeciera, pero sí está escrito que ella dijo: “Hágase”, una afirmación que provenía de la confianza absoluta y total en el plan de salvación de Dios.
Su alma inmaculada, siempre habitada y dirigida por el Espíritu Santo sabía manejar y canalizar todas aquellas emociones propias de su naturaleza humana y tan femenina, transformándolas en ese “SÍ” continuamente renovado, desde la Anunciación hasta la Pasión.
El sí de María cambió la historia de la humanidad al encarnar a nuestro Salvador, al colaborar con toda moción del Espíritu Santo y también cambia la historia particular de cada uno de nosotros al aceptar ser nuestra madre. María nos mira con ternura y no escatima en interceder por nosotros cada vez que se lo pedimos.
Pidámosle que sea ella quien nos confirme en este desierto de la fe, escuchémosla decirnos que el amor y la gracia de Dios habitan en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo. Ella nos anima a confiar, a creer y a abandonarnos, asegurándonos que no nos dejará recorrer este camino, solos.
ORACIÓN
UN SÍ ETERNO
Madre mía, en este día de tu Anunciación, te pido protección
Quiero ser un espejo de tu amor; acoger a la Palabra con la misma docilidad y veneración
Con apertura y esperanza, con alegría y sumisión
Dar mi sí a Dios cada día, dejar que Él se encarne en mi corazón
Caminar por el mundo, sonreír a mi Dios en cada esquina
Ser testigo de la Palabra en silencio y con simple aceptación.
Vivir de fe y vivir en la fe
Alegrarme en la esperanza
y sostener mi sí en el amor
Madre de la Anunciación, niña dócil, esclava dulce de mi Señor
acoge mi corazón en la prueba y el dolor
Que acepte todo porque el Todo es mi amor
Un sí eterno quiero hoy dar a mi Señor
que sea un eco del tuyo
para yo también unirme a tu canción
¡Gracias Madre, gracias Virgen, gracias dulce niña de mi amor!
Del libro Jesús a mi alma. P. Guillermo Serra, L.C.
PROPÓSITO
El día de hoy rezaré un misterio del Rosario pidiéndole a María que me alcance el don de la fe, que me ayude a imitarle en confianza y abandono a la voluntad de Dios.
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.