CAMINO DE CUARESMA: 40 DÍAS JUNTO A JESÚS
DÍA 18 – II SÁBADO DE CUARESMA
HUMILDAD EN LA PAZ
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Breve silencio para ponernos en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.
ORACIÓN INICIAL
Jesús, quiero cruzar junto a ti el desierto de la humildad. Quiero salir más desprendido para poderte buscar con un corazón más libre. Ayúdame a que mi encuentro contigo en este desierto me haga más semejante a ti. Quiero ser dichoso por contarme entre tus elegidos.
CITA
Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. (Mt 5, 9)
REFLEXIÓN
¿Quién es el que trabaja por la paz? Seguramente a la mente nos podrían venir nombres de políticos o activistas que buscan un mundo más justo, de mayor igualdad y bienestar para la mayoría; sin embargo la paz se lucha y se consigue al centro de cada comunidad y de cada familia, por ello todos somos responsables de buscarla. ¿Y cómo? ¿Cómo puedo buscar en el desierto de la humildad el fomentar la paz verdadera? Es muy sencillo, en donde se cultivan todas las bienaventuranzas que hemos ido repasando en los días anteriores, allí habrá paz.
El limpio de corazón, el humilde, el misericordioso, el que sufre con Cristo, el pobre de espíritu, el justo…es aquel que construye la paz a su alrededor porque cumple la voluntad de Dios en su vida, porque es la buena semilla que germinará en la tierra para transformar los corazones.
Y el premio no podría ser mayor: ser llamado hijo de Dios, sobrepasar su naturaleza, aspirar a la eternidad, vivir en la presencia de Dios.
Nuestro Dios, nuestro Padre, es fiel a sus promesas. A lo largo de la historia de la salvación, Dios pactó con el hombre diferentes alianzas, y en cada caso, el hombre las rompió por su rebeldía o su desconfianza. Sin embargo, la alianza definitiva que se realizó con la que encarnación, muerte y resurrección de Cristo, nuestro Camino, Verdad y Vida.
Jesús es nuestra paz, la única y verdadera paz. En más de una ocasión, Él se presenta así: “la paz esté con ustedes”; porque Él es la Comunión, es el Amor, es el pago por nuestra salvación, nos une a todos en su Espíritu.
Para aspirar a esa paz, necesitamos acogerla, saber recibirla; tener un espíritu de gratitud, caridad y a la vez donación de uno mismo, para no sólo ser receptor, sino comunicador de la paz. Cada cristiano debe perseverar en el combate de la fe, en la oración, en el seguimiento del Evangelio y la vivencia de la caridad, para ser así un verdadero instrumento de paz.
ORACIÓN
Si en primer lugar, mantienes la paz en ti mismo,
podrás darla a los demás.
El que está turbado por la pasión
transforma incluso el bien en mal,
por estar dispuesto a ver el mal por todas partes;
mientras el que ama el bien y la paz,
todo lo transforma en bien.
La verdad es que la verdadera paz,
en esta miserable vida nuestra,
debemos hacerla consistir
en saber soportar con humildad,
más bien que no tener contrariedades.
El que mejor sepa soportar,
conseguirá una paz más grande.
Victorioso sobre sí mismo,
es el amigo de Cristo y el heredero del Cielo.
Del libro Imitación de Cristo. Tomás de Kempis
PROPÓSITO
El día de hoy buscaré plantearme una acción concreta, ya sea en la caridad, en la oración, en el perdón o la misericordia, que fomente la paz en mi propio ambiente.
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.