CAMINO DE CUARESMA – DÍA 14 –  II MARTES DE CUARESMA

CAMINO DE CUARESMA: 40 DÍAS JUNTO A JESÚS
DÍA 14 –  II MARTES DE CUARESMA
HUMILDAD EN EL SUFRIMIENTO

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Breve silencio para ponernos en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.

ORACIÓN INICIAL

Jesús, quiero cruzar junto a ti el desierto de la humildad. Quiero salir más desprendido para poderte buscar con un corazón más libre. Ayúdame a que mi encuentro contigo en este desierto me haga más semejante a ti. Quiero ser dichoso por contarme entre tus elegidos.

CITA

Dichosos los que sufren, porque serán consolados. (Mt 5, 5)

REFLEXIÓN

En la oración que dirigimos a María, llamada “Salve”, hablamos de la vida como un valle de lágrimas. Todos sabemos que la presencia del dolor es algo inevitable en nuestra vida. Lo más importante del dolor es cómo lo abrazamos y vivimos. En ocasiones permitimos que se quede ahí, impidiéndonos ser conscientes y agradecidos del resto de bendiciones con que contamos en nuestra vida.

Jesús mismo escogió el camino del sufrimiento para redimirnos. Padeció una Pasión tan injusta como violenta y el dolor de asumir todos los pecados pasados, presentes y futuros de toda la humanidad es simplemente inimaginable. Su amor fue incondicional. No hubo límites.

Para aprender a amar como Él nos amó, debemos mostrar nuestras heridas a Cristo, sin esconderlas o buscar aliviarlas con cosas terrenas. Hay que dejar que sea Él quien las cure y vivir el sufrimiento con un sentido redentor. Sanar nuestras heridas es unirlas a las de Cristo, es poner en Él toda nuestra confianza y abandonarnos a Su Providencia con la certeza de que Él es fiel a sus promesas, nos ama y desea nuestra salvación.

Puede parecernos que cuando sufrimos, Dios está ausente y entonces nos perdemos la oportunidad de ver que en realidad Él está saliendo a nuestro encuentro. Él mismo desde la cruz nos consuela con su ejemplo y oración. Él nos mira y nos sostiene.

Aprendamos de María Santísima a sufrir en el silencio, con humildad y con confianza. Crucemos este desierto de su mano, que siempre está extendida hacia nosotros. Pidamos a Dios la perseverancia para que no seamos nosotros quienes las saltemos.

ORACIÓN

MIRA QUE TE MIRA

En la distancia corta y larga de un madero
En el silencio de un condenado por pecados ajenos
En la amargura de ver a todos los suyos muy lejos
En la soledad más grande, abandonado de todos
mira que te mira, el humilde Salvador

Sí, mira que te mira el Crucificado, con sus ojos apenas abiertos
Busca tu mirada, tu consuelo y tu deseo
No te escondas, sal al frente, deja ya tu vida pasada
Levanta esos tus ojos que no son dignos para encontrarse con los suyos
Mira que te mira, el divino Maestro

Te perdona tiernamente, te disculpa ante su Padre
Te abre su corazón y su cielo en figura del Buen Ladrón
Te regala una dulce Madre, quien te acoge como posesión
Te pide de beber para que tú bebas de su costado
Mira que te mira, el eterno Amador

Acércate sin miedo, es por ti que muere ya clavado
Escucha su voz suave y dulce que nada te echa en cara
Acoge su misericordia y su paraíso como oveja ya encontrada
Contempla en silencio tanto amor y su Pasión
Mira que te mira, el Bienaventurado Pastor

Del libro Jesús a mi alma. P. Guillermo Serra L. C.

PROPÓSITO

El día de hoy pensaré en el dolor más grande que siento actualmente y lo ofreceré en un acto de consuelo a Jesús durante la Cuaresma para la salvación de las almas.

Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

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