CAMINO DE CUARESMA: 40 DÍAS JUNTO A JESÚS
DÍA 11 – I SÁBADO DE CUARESMA
SILENCIO PARA CONOCERME
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Breve silencio para ponernos en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.
ORACIÓN INICIAL
Señor, concédenos la disposición de desapegarnos de todo aquello que nos aleja de ti. Regálanos tu Santo Espíritu para que con docilidad e infinita confianza en tu bondad y misericordia, podamos imitar a María Santísima. Que ella nos alcance la gracia de encontrar a Jesús en el silencio de nuestro corazón.
CITA
Tener fe en el Maestro es hacer silencio a nuestro alrededor, a lo que otros dicen, piensan e incluso a lo que yo mismo pienso o digo de mí. Es presentarme a quien me conoce mejor de lo que yo me conozco para que Él me diga quién soy, y qué tengo que hacer con mi vida. Es dejar que sus pies caminen por mi alma, que el Camino se haga Peregrino en mi corazón, que sea Viajero en mi interior, Pastor de mis esperanzas, temores, deseos, heridas. (Sal de tu Cielo. P. Guillermo Serra, L. C. )
REFLEXIÓN
¿Cuántas preguntas habitan en nuestro corazón? ¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Qué es lo que busco, lo que quiero?
Buscamos respuestas en aquello que nos rodea, en el otro o en nuestro egoísmo, pero sin mucho éxito. Olvidamos que sólo Dios es capaz de responder a las interrogantes más profundas del corazón. Solo el Trascendente es capaz de darle sentido y trascendencia a mi vida.
Dios es el Maestro, debemos escucharle sabiendo que Él ya sabe lo que necesitamos; comprender que lo importante no es tanto lo que queremos decirle, sino lo que Él quiere decirnos; dejar que Él nos explique el para qué de todo aquello por lo que preguntamos ¿por qué?
Hoy sábado, día dedicado a la Santísima Virgen, dediquemos un tiempo a meditar el silencio en el que ella vivió, meditando las cosas en su corazón. Silencio que gritaba siempre un sí, silencio que hablaba fe, confianza y amor infinitos al Señor.
El silencio de María se convierte en el silencio del Padre, y el silencio del Padre se convierte en el silencio de María. Madre del Hijo, silencio del Padre. Padre del Hijo, silencio de la Madre… Por eso, ella fue capaz de vivir en esperanza, porque sabe que el silencio del Padre está cargado de promesas.
ORACIÓN
¿QUÉ ESPERAS DE MÍ?
En silencio me acerco y en silencio me acoges
Busco una palabra y me encuentro tu amistad
No me entiendo y no te entiendo pero confío en tu corazón
Me presento muchas veces como quisiera ser y Tú me acoges como soy
Te acercas a mi pequeñez para cargarme sobre tus hombros de Buen Pastor
¿Qué esperas de mí?
Me canso de ser viajero de este mundo
Hay tanto sinsentido en mi corazón
Busco certezas para construir mi felicidad
caminos seguros que sepan a hogar
sentir calor, fuego, amor y libertad
Todo me falla, el amor parece no existir
¿Dónde vives Tú?
Quiero conocer tu amor
Jesús a mi alma
Vivo en ti, si tú vives en mí
No espero de ti, sino que es a ti a quien espero
Poseerte, para que puedas ser don
Déjame ayudarte
Quiero hacerte libre para que cada mañana vueles hacia mí
Quiero habitarte para hacerte don; don para ti mismo y para los demás
Déjate modelar, déjate amar
¿Qué espero Yo de ti?
Habitar en tu corazón para cantarte Yo por siempre mi amor
Del libro Jesús a mi alma. P. Guillermo Serra L. C.
PROPÓSITO
En oración, toma una de las preguntas existenciales de nuestra vida: ¿quién soy? ¿dónde estoy? ¿qué es mi vida? ¿quién eres tú, Jesús, para mí? y deja que Dios te vaya respondiendo en silencio. Ponte a la escucha, imagínate en el desierto, en la noche, junto al fuego, contemplando estrellas…
Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.